MARÍA JOSÉ FERRADA ( Chile. 1977 )
FUE un invierno especialmente
lluvioso.
Alguien encendió la chimenea.
Puse una miga de pan en mi espalda.
Y me fui con las hormigas.
EL idioma secreto me lo enseñó mi
abuela.
Y es un idioma que nombra las plantas
de tomate, la harina, los botones.
Un día me llamó.
Me dijo que antes de que la muerte se
la llevara quería entrgarme algo.
Mi herencia era una caja de galletas
con ovillos de lana y boletas de ferretería.
Ahí dentro estaban las palabras.
CUANDO mi padre nació,
mi abuela bordó para él una pequeña
sábana blanca.
Descubrí en un cajón ese pedazo de
tela
en el que aún se distingue lo que un
día fueron
cuatro flores y un pájaro celeste.
Cuando mi padre nació,
mi abuela bordó para él una pequeña
explicación de la vida.
Llegas al mundo un día.
Te abrigarán las flores y los
pájaros.
LAS manos de mi abuela eran dos nidos
tibios
donde volvíamos
luego del vuelo por los sauces y los
limoneros.
Y cuando se van los días que sin
querer se llevan con ellos
el tiempo de los pájaros,
sigo las migas de pan con las que
marcamos el sendero
desde la puerta de casa
hasta el corazón de los árboles.
Vuelvo por él
a las horas en las que el sol
brillaba al alcance de la mano.
Ilustración de Zuzanna Celej |
Vuelvo al tiempo de las maravillas.
RECUERDO que pasé el día inventando
un idioma con migas de pan.
Que abrí las ventanas y me quedé
frente a la mesa
durante toda una noche
esperando que un fuerte viento se
llevara mi poema.
Fue el invierno más frío de la
década.
Vinieron días y días de regaños,
aspirinas y paños fríos.
Pero en medio de la fiebre,
las palabras volaron una a una de la
mesa
y se fueron a vivir junto a los
pájaros.
(Del libro El
idioma secreto. Premio Ciudad de Orihuela 2012. Editado por Faktoría
K de Libros. 2013)