María García Esperón |
Con María García Esperón me puso en contacto mi amiga Rosa Serdio, a través de varios correos
electrónicos. Tenía mucho interés en que coincidiéramos, porque María era una
persona con la que colaboraba en sendos blogs muy interesantes.
Rosa Serdio es la maestra
más entusiasta que conocí. Sus poemas, su trato con los niños, sus
actividades son ejemplares.
María García Esperón es una persona con una actividad literaria
frenética.
La conocí en internet y he de decir
que siempre fue muy agradable conmigo y muy entusiasta con mis poemas, tanto
fuesen en gallego como en castellano. De ellos realizó unas composiciones
audiovisuales muy atractivas.
María García Esperón, nacida en Ciudad de México en 1964, es una
escritora dedicada a la LIJ.
Estudió Letras clásicas y es una excelente
periodista. Apasionada de las lenguas modernas, no dudó ni un minuto en
acercarse a mi poesía en gallego y decirla en voz alta con mucho sentimiento.
La hizo suya, a su modo. María es una amante de la historia, de la arqueología
y de las técnicas modernas. Algunos hechos y personajes de la historia de su
país se reflejan en libros tan interesantes como Mi abuelo Moctezuma, publicado en España por la Editorial
Edelvives, col. Alandar, en 2009. A María le gusta recitar y lo hace con mucho
cariño, dramatizando el poema. Las imágenes y la música son preciosas. Tiene,
además, diversos blogs poblados de noticias y literatura de calidad
incuestionable. Escribe para los pequeños con un respeto y un cariño muy
honestos. Su éxito es indudable.
Tengo en mis manos el libro Tigres de la otra noche, Premio
Hispanoamericano de Poesía para Niños 2005. Es un texto original, acompañado por unas ilustraciones atrevidas y
rompedoras de Alejandro Magallanes.
El poemario empieza así:
Hay un tigre
bajo mi almohada
todas
las noches
estrena rayas.
A María García Esperón la conocí personalmente en León (España), con
motivo del Festival Verso en nubes, organizado con tanto acierto, por Asun
Carracedo. En dicho Festival coincidimos en recitales, conferencias y suelta de
globos.
Viva, dinámica, nerviosa, le
encanta hablar con unos y con otros. Su carácter, abierto, rezuma felicidad. Yo
le regalé algunos libros de poemas y ella me obsequió con los interesantes Copo de algodón y el ya aludido Tigres de la otra noche.
Por eso está hoy en Versos e aloumiños. María nos regala un
texto muy sabroso sobre la lectura y dos poemas sonoros y brillantes para los
chavales.
Se queredes escoitala recitar en galego e ver as montaxes que fixo cuns poemas meus, podedes facelo nestes dous vídeos que atoparedes a continuación:
Viaje al centro de la
felicidad
La lectura como eudaimonía
Para el sabio Aristóteles, toda vida es una eudaimonía: una tendencia hacia la felicidad. En este sentido, todo volver las páginas y repasar con el dedo los renglones, evocar alguna palabra, un verso o una historia leída es una voluntad de felicidad. Leer, así, sería una ética que persigue la felicidad como su fin último, pero una ética y una persecución que va encontrando su fin en su mismo hacerse, en su mismo leer y leerse.
Quien practica un arte o un deporte ha sentido ese estado especial que parece crear una burbuja protectora a su alrededor: al bailar el estrés se suspende, al pintar los colores del mundo cambian de velocidad y de tesitura y se hacen amables, al entonar la piel y los músculos en el juego en equipo y acelerar la sangre y el entusiasmo queda un remanente de buen humor y de apetencia de más juego, de más oxígeno, de más colores. Los artistas y los jugadores repiensan el mundo y lo re-sienten, lo resignifican y lo dignifican.
Así el lector distendido
en su libro, a pegaso de letras y alado de párrafos vuela en pos de espacios
felices que son el vuelo mismo. Un libro y un filme –La historia interminable de Michael Ende- han tipificado admirablemente esos momentos
mágicos en que nos urdimos de letras al introducirnos valerosos y confiados,
guerreros y amantes en lo que dicen los libros, en lo que nos dicen los libros.
Porque al leer dejamos
de ser nosotros mismos para convertirnos en nosotros mismos pero plurales,
polidimensionales, potencialmente infinitos. Cuando la infancia descubre la
lectura en este sentido no apetece juego más alado, magia más absoluta. Los
niños lectores encuentran en el libro el espejo de su condición sagrada. Porque
la infancia es ese estadio de la edad humana en que la realidad se percibe en
su misterio completo, en sus colores prístinos, en su sol absoluto, en sus
cuevas llenas de tesoros y en el amor inmortal y dulce y misterioso y puro.
Quienes leen mucho han
soñado mucho. Y quienes mucho han soñado y leído también han amado incansables,
han amado por toda la eternidad y gracias a que han leído ese amor que se vive
en todas las letras del mundo se conservan eternamente jóvenes. Porque han
labrado su interioridad con el cincel purísimo de la conciencia de quien ha
escrito esas letras que filtran su sonido como una caracola por el oído todo
ojo del lector, sobre todo cuando este es un niño, cuando esta es una niña.
Neno lendo na Feira do Libro d´A Habana |
El arduo Gilgamesh de
la voz cuneiforme pidió a Utnapishtim le revelara el secreto de la
inmortalidad. Con gusto lo haré, dijo el Noé babilónico, te lo diré en el curso
de mis historias, que has de escuchar sin dormir, aunque te parezcan largas o
con vocablos y expresiones sin aparente pertinencia. Entreverados en mis sentencias,
mis descripciones, mis memorias encontrarás la inmortalidad, la juventud, el
amor, la eternidad. ¡Pero no te duermas, Gilgamesh! Y Gilgamesh cansado por el
viaje emprendido y por sus muchas aventuras, se duerme y no se entera. Del
mismo modo el dormido Odiseo no se enteró que estaban a su alcance los perfiles
de su Ítaca cuando sus compañeros abrieron la bolsa de los vientos que los
llevaron otra vez al exilio y a la incertidumbre que obtienen quienes no están
despiertos del espíritu, quienes no escuchan con la mente, quienes no leen con
la piel y el amor y la esperanza y los ojos bien abiertos.
Porque nos reconocemos
felices cuando leemos. Felices y satisfechos. Porque en nuestro leer tenemos la
llave para hacernos felices, para alcanzar el ser pleno, otra vez: eudaimonía
eufónica y sinfónica, donde escuchamos resonar nuestras potencias intelectuales
y afectivas como si de un concierto se tratara, donde escuchamos con los ojos
las voces de nuestro pasado y percibimos el murmullo esperanzado de nuestro
futuro. Leer es la experiencia completa, la máquina del tiempo, la alfombra
mágica, el viaje efectivo y poderoso al centro presente y perfecto de nuestra
propia felicidad.
María García Esperón
Y ahora, podéis leer los dos poemas para los pequeños que nos ha enviado.
Mi bosque encantaba
Mi bosque cantaba
canciones de bruma
a la luz tan clara
de la luna luna.
Mi bosque encantaba
con menta y romero
y con manzanilla
cumplía mis deseos.
Me contaba historias,
me subía hasta el cielo.
Me daba monedas
de amor y de sueño.
Cuando despertaba,
mi bosque encantado
se iba a la escuela
conmigo a mi lado.
Y en la noche noche
contigo soñaba
porque desde entonces…
mi bosque encantaba.
Recitando en el Festival "Verso en Nubes" |
Era un
dragón blanco
Era un dragón
blanco
con alas de
plata
con uñas de
cobre
y lengua escarlata.
Vivía en una
cueva,
guardaba un
tesoro:
era un solitario
rodeado de oro.
Un día un
caballero
al bosque llegó.
Buscaba el
tesoro
del blanco
dragón.
Al verlo en la
cueva
la espada sacó
y quiso clavarla
en su corazón.
Mas el dragón
blanco
levantando el
vuelo
le dejó el
tesoro
a aquel
caballero.
Yo ya estoy
cansado
de cuidar el
oro,
de ser solitario
¡es tuyo el
tesoro!
Y aquel dragón
blanco
de alas de plata
de uñas de cobre
y lengua
escarlata
se marchó
volando
en busca de
amor,
por cielos
azules
y el cuento
acabó.