A fiestra está aberta e
deixa pasar o aire a xeito de palabras.
Palabras fermosas,
delicadas, intensas, que agariman e bican.
Palabras que son a extensión
dunha muller admirable, poeta toda ela. Poeta cando fala. Poeta cando aperta.
Poeta cando vive.
Francesca Da Silva
reflicte esa poesía intimista que nos encanta.
Francesca é a ternura e a
discreción nas letras do seu nome.
E Francesca Da Silva tiña
que estar en Versos e aloumiños.
Por iso, abrímoslle a porta.
Por iso nós gozamos dos seus
versos.
Agora, gozade vós.
En primeiro lugar, leamos a súa reflexión
sobre a poesía.
Es difícil escoger entre dos
mundos pero al final me quedo con el verbo, la palabra y la rosa.
El poeta ve la estela del ave en
el aire, la angustia del fonema y la sílaba, el santuario del misterio, la luz
desbaratada de sombras, la vida sin desmayo ni derrota de amor y sueños. ¿Dónde nace el canto del poeta?
Francesca Da Silva |
E deseguido dous fermosos poemas
dos poemarios Courel ollos de neno e Sueños de un extraterrestre respectivamente.
O Aire
O eco interpreta pezas ao piano, de lonxe no Courel a vida despega as ás.
É imposible volver atopar o camiño do aire.
Chegou a quietude do silencio que non escoito no espello do meu corazón.
Un niño
Vivía en la luz del ocaso, en la entrada hueca de la tierra.
El imperio de las sombras permanece en su camino y un secreto profundo
habita en los polos blancos.
El aliento reza dentro de las cuevas, en sus túneles navega un rey fabuloso
hacia el centro de la tierra.
En su conciencia primaria respiran las estrellas de hielo en una voz.
Quiero ir con usted.
¿A dónde?
¡Vamos rápido por aquí!
Siempre me dice lo mismo.
Miente, olvida y se va.
Para que el gorrión viva eternamente el zorro tiene que matar.
Las palabras hieren mis pensamientos como si no fueran mías y la sombra se
precipita.
Entiendo el camino de la noche que está vibrando.
La tierra es un hermoso cementerio, es el valor numérico de la vida en el
ombligo de la luna.
Entiendo un instante al profundo vacío.
He sido tantas cosas pero al final no soy nada.
¡Nada!
Un niño mira a los ojos de un árbol y sonríe, se reconoce.
Sonríe, mira, se reconoce.