Beatriz Giménez de Ory fala do poemario |
A presentación na Feira do
Libro de Fuenlabrada de Versos e/y viceversos resultou un acto fermoso e entrañable.
Palabras fermosas, recitados, imaxes do
libro e marabillosas canciones compostas por Juan Carlos e Lurdes López e
cantadas por esta última, acompañada polo poeta andaluz brillaron esa tarde.
Beatriz
Giménez de Ory, poeta moi prestixiosa, enxalzou o libro cun discurso
magnífico que deixou engaiolado ao público asistente.
Beatriz Giménez de Ory |
Versos e aloumiños non podía ficar á
marxe do texto e pediullo a Beatriz quen, tan xenerosa coma sempre, nolo
facilitou sen dubidar.
E,
como paga moitísimo a pena, aquí están as súas palabras para que os
seguidores/as deste blog-revista as poidades gozar.
Grazas, Beatriz!
VERSOS Y VICEVERSOS
Beatriz Giménez de Ory
En
Versos y viceversos afloran temas que
aparecen también en las obras individuales
de sus dos autores: el mar, la luna, el diálogo con la naturaleza, la
preocupación social, el viaje, la constatación de que la poesía es frágil y
volátil, la infancia que nunca se abandonó.
El
tema de la infancia tal vez sea el fundamental. En todos los poemas
aparece la mirada asombrada del niño
Antonio, del niño Juan Carlos, deslumbrados
irremediablemente y para siempre por la belleza del mundo y tratando de
expresarla en un idioma que le haga justicia: la poesía.
Así,
Antonio sigue bañándose, a diario, en su mar de Vigo.
¿Qué se contarán, qué votos secretos renovarán cada mañana? El mar es protagonista de gran parte de la
producción poética de García Teijeiro: Versos
de agua, o la trilogía En la cuna del
mar, Palabras do mar y Poemar
o mar. Este último libro
ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 2017.
Juan Carlos, por su parte, sigue amando los
títeres que fabricaba su abuela, y les ha dedicado varios poemarios como Mundinovi (premio Ciudad de Orihuela en
2015 y Premio Fundación Cuatrogatos en 2017) o
Muñeca de trapo y otros seres con
cabeza y corazón (premio Luna de Aire de este mismo año).
Antonio
y Juan Carlos son seres afortunados que se entienden con el mar y con los
títeres. Como los niños, no quieren
salir del agua, ni quieren dejar
de lado a sus muñecos.
El primer verso de este poemario ya contiene el mar:
He soñado un nuevo mar
que une todas las
orillas,
que no pregunta al
borrarla
si la huella es tuya o
mía.
¿De
quién es la huella, de quién son los versos? ¿De Antonio o de Juan Carlos? Al
mar no le importa. En estos versos está también presente un anhelo de hermandad
entre los hombres. El poemario es alegre, pero
habla también de la injusticia y el sufrimiento, como cuando Antonio escribe:
Na area de prata
había pisadas
e corpos dos homes
de exhaustas olladas,
o denuncia:
A Terra durmida,
non quere espertar.
Está moi ferida.
Non pode xirar”.
Ambos
poetas desprecian las fronteras. En sus
viajes, reales o imaginados, se ocupan de otras cosas:
Si vas a un país
lejano
tráeme el sueño
de los niños
y el perfume
de sus cantos.
Decididamente,
los dos poetas le escriben a la paz:
No voy a obedecer tus órdenes,
general.
No quiero ser valiente por algo
que no entiendo,
general.
Menos
mal que la poesía es un territorio inaccesible a las ansias de explotación y de
conquista. Así, cuando:
Astronautas en barca
mar adentro soñaban
conquistar otra luna
reflejada en el agua
no lo van a lograr.
No pudieron clavarle
su bandera bordada
ni manchar con sus huellas
el vaivén de su cara
La
luna, en Versos y Viceversos, es un símbolo de la poesía. Es, como ella,
frágil, porque “Na lúa dormen espellos”. Si alguien rompe los espejos de la
luna, se olvidan los cuentos que arropan por la noche, desaparecen los dragones
en el cielo y las palabras del poeta.
Juan
Carlos y Antonio dialogan con ella, la conocen bien. Prestan un oído atento a las distintas voces de la naturaleza:
El murmullo del viento entre los
árboles,
la música del agua
el profundo latido
del corazón del bosque.
Incluso
le prestan su cuaderno de poetas “para que escriba quien tenga algo que contar”
a la lluvia, que escribe con gotas de tinta invisible, o al viento, que pasa en
silencio las hojas, o a la misma
primavera.
Pero
el mar es siempre su interlocutor
preferido, pues
En la casa del poeta,
entra y sale y entra el mar
por debajo de la puerta.
Antonio García Teijeiro |
Con
el mar juegan:
El mar no está mojado.
Yo lo he puesto a secar
en el tejado.
El
mar le regala a Juan Carlos una caracola:
Me la acerco al oído y oigo,
al dictado del mar,
mi propia historia.
El
mar, infinitamente más antiguo que el
hombre, conoce todas las historias, la del poeta y sus antecesores, la de todos los hombres y todas las mujeres:
De
modo que o “Vello mariñeiro, que oles a mar” ha visto “todo, todo /lo que pasa
en el mundo”.
Basta
mirar al mar para evocar la infancia:
Eu gardo no meu armario
mares cheos de piratas,
que non se atopan nos mapas.
Guardo en un armario el mar,
olas ya deshilachadas,
guardo un castillo de arena
y, dentro, guardo mi infancia
Las
hermosas ilustraciones de Juan Ramón Alonso, siempre azules, también están como
sumergidas en el agua y en la nostalgia,
que deslíe los colores.
Igual
que los niños, que atesoran canicas o
cromos coloridos de futbolistas, los dos poetas son coleccionistas de objetos
bellos:
Y yo contaba, contaba.
No dejaba de contar.
Diez, veinte, treinta, hasta cien…
caracolas en el mar.
Coleccionan
agujas y dedales, cometas de papel, relojes con sombrero, nieblas enamoradas,
manos muy arrugadas… y huellas, miles de huellas. Las que dejaron otros y las
que ellos mismos dejan, pues ambos se reconocen poetas trotamundos.
El poeta
trota
Juan Ramón Alonso |
mundos
dice siempre
lo que siente
vive lejos
de sí mismo
y muy cerca de la gente.
A
veces, para viajar, les basta con quedarse quietos. Les basta con abrir la mano
y dejarla volar:
Que vuele mi mano,
que toque las nubes.
Porque
el mejor de los viajes sea tal vez el que nos explica Antonio:
Si vas a un país
lejano
no me traigas
nada de esto.
Mejor dibuja un sendero
y me llevas
de la mano.
Este
libro rezuma alegría. Armado de alegría, dice el poeta:
Borro nubes
nubes negras.
las miserias
Hay
también humor, como en:
Me ha llegado una carta
urgente, tan urgente
que ni pudo escribir
su nombre el remitente.
Pero
hacia el final del libro aparece el
reloj, aparecen el tiempo y la nostalgia, y el poeta busca la llave (otra
metáfora de la poesía) para abrir “la maleta que guarda/ todo lo que perdí”.
El
poemario es un feliz encuentro entre tradición y modernidad, entre huellas
antiguas y pisadas recientes.
En
cuanto a la forma poética, hay un predominio del verso corto, en rimas
asonantes muy bien moduladas, que es el verso de nuestra lírica tradicional, tanto
en gallego como en castellano, y tan del gusto de los niños.
Pero
se incluyen guiños surrealistas, como “la cremallera roja/ del horizonte gris”,
la lluvia que no moja, esas “lunas
descongeladas” que colecciona el poeta, o un cartero montado en patinete.
Beatriz, Juan Ramón, Antonio e Juan Carlos |
Aunque,
sin duda, lo que resulta más innovador en este poemario es que
está concebido como un diálogo poético. Porque la poesía suele ser un acto comunicativo
unidireccional: el poeta escribe, alguien lo lee, (tal vez en un lugar remoto,
tal vez siglos más tarde), pero rara vez, como en Versos y viceversos, el lector se hace poeta y el poeta lector, de
manera que engarzan y funden sus versos,
celebrando la poesía y la amistad.
Este
libro profundo y gozoso, ilustrado con maestría y editado con la exquisitez
habitual de Kalandraka, es un regalo para niños y adultos. Porque resuenan en
él ecos de mar y de Rosalía y de Lorca
y de Alberti y del romancero y de las cantigas de amigo y de García
Teijeiro y de Martín Ramos, pero, sobre todo, porque contiene la llave del armario que guarda, si
acaso un poco deshilachada, nuestra primera visión de la belleza.