Aínda non nos
coñecemos persoalmente, pero chegará o momento. Agora ben, cando leo o que me
escribe, vexo que compartimos tantas cousas, que me fai sentila próxima, moi
próxima.
A Nieves García, brillante
gañadora do Premio de Poesía para Nenos e Nenas “Ciudad de Orihuela”, e a min,
únenos o noso amor pola docencia -hoxe xa xubilados-, o noso amor pola palabra
poética, o noso amor polos grandes poetas españois, o noso amor polos lectores
e lectoras.
Lin a Nieves por vez primeira no seu
fermoso ¡A la luna, a las dos y a las tres…! e fiquei engaiolado. Había
nel un frescor evidente e un gusto polos versos con certo sabor tradicional,
pero pasados pola súa man de maga, que resoaban no aire. Axiña me decatei de
que estabamos nun poemario de referencia e perante unha autora con moito que
dicir na poesía española.
Queríaa en Versos e aloumiños
e aquí está para poder gozar da súa palabra, sempre honesta. Un fermoso texto
que di moito da súa sensibilidade, tanto humana coma literaria.
Grazas, Nieves, por acompañarnos.
Nieves García |
Comencé
en esto de escribir poesía de una manera muy curiosa. Había recopilado a lo
largo de los años una nutrida información sobre canciones, romances, coplas,
cuplés…y todo aquello que me contaron y cantaron las personas más mayores de mi
pueblo. Elaboré con todo ello un trabajo que publicó el Instituto Juan Gil-Albert
de Alicante, con el nombre de “Venimos de bureo”. Y como por arte de
birlibirloque, todas esas canciones que bullían en mi interior, cobraron
distintas formas y comenzaron a salir con otras palabras creando un mundo
poético que hasta entonces desconocía que fuera mío. Bueno, así comenzó todo, más
o menos
Ahora que me he convertido en una de esas
personas mayores, me dedico a indagar en mi infancia, recordando imágenes de mi
niñez, que aparecen cada vez más nítidas en mi retina, acompañadas a su vez de sonidos,
como el de los bolillos de mi abuela Doloricas, en la puerta de su casa,
volando por sus dedos, el martilleo del mortero o el molinillo de madera en el
lebrillo en casa de mi abuela Nieves o el bullir de los tomates escaldados en
la olla para la conserva. También el de
la charamita, junto con el estruendo de
los cohetes en los días de fiesta y yo, la nieta mayor de mi familia paterna y
materna, siempre de su mano. He
condensado estas imágenes en pequeños poemas donde recreo aquellos sonidos que
me acercaron a ellas. Este que os presento a continuación, habla de un tema que
a veces se nos olvida tratar con las nuevas generaciones, como si se hubiera
convertido en un tema tabú. ¡Y es que eso de la guerra nos queda tan lejos!
Últimamente, con las nuevas investigaciones que se están llevando a cabo
sobre la fosa común del Campo de Concentración
de Albatera, en la que interviene mi paisano y amigo, el arqueólogo Felipe Mejías,
tengo más presente que nunca una parte de esta historia jamás resuelta. Mi y mi
madre apenas me hablaron de la Guerra
Civil, aunque algunos de sus tíos y tías
desaparecieran de sus vidas para huir a otros países. Los tíos de Francia
siempre fueron en mi casa como gente un poco snob, que le gustaba vivir en el
extranjero y traernos en sus visitas algún que otro paquete de café. Pero mi abuela
materna, de vez en cuando, me hablaba del horror que fue bregar con la familia
propia y ajena para sacar adelante con mucho esfuerzo y pocos medios a propios
y allegados. Y de ahí surgió este poema que trata una ínfima parte de todo este
relato.
Pertinaz
silencio
La cambra*
de mi abuela
tiene una
luz antigua,
como de cine
mudo.
Ha entrado
un gorrión
y revolotea
por encima de las viejas arcas.
―“¡Yo lo
quiero, yo lo quiero!”
―“Los
gorriones no saben
lo que es
vivir cautivos.
Hay que
dejarlo ir”.
Mi abuela abre
el ventanuco
de par en
par y el gorrión
se va en
busca de la mañana
y nos deja
los sonidos
de su suave aleteo…
―“Abuela…
¿Esa eres tú”
le digo,
contemplando una foto
donde están
presentes sus ojos.
―“Esa foto
tiene más años que la tos”
―”Y esta
carta… ¿Es del abuelo?”
―”Me la
escribió desde el frente,
aún nos quedaban palabras.
Después, la
guerra nos dejó mudos”.
―Pero ahora
hablas, abuela.
Y te escucho”.
―“Porque ya
se fue”.
Y el
silencio se escapa, también,
por el
ventanuco de la cambra.
Ssss…
Nieves García
*Cambra- Se utiliza en la zona del medio Vinalopó para designar el lugar de la casa que se encuentra justo bajo del tejado, donde se secaban las henchiduras de la matanza y que además se usaba de desván. Proviene del término valenciano cambra, que significa habitación.
Foto tomada de "Biblioabrazo" |