domingo, 2 de octubre de 2016

CUADERNOS DE MACOCA (3) "Animando la lectura"





Sei que é unha dura e longa batalla.  Unha batalla que non remata nunca, porque o libro segue a ter un descrédito lamentable.
     
     Sei que hai centros que se cargan a infraestrutura literaria, que deixan sós os mestres ou mestras que loitan por levar adiante a maxia da lectura. Poñen paus nas rodas porque son un mal exemplo para eles/as.
     
Forges
     Hai, por desgraza, mestres e mestras que NON LEN UN SÓ LIBRO ao longo do curso, pais ou nais que os ignoran, que lles parecen inútiles. Centros escolares coa biblioteca de adorno, pechada ou como lugar de castigos. Claustros que non teñen un programa lector definido, pensado e aberto á marabillosa literatura que existe para os estudantes.
 
Quino
     Isto ocorre no século XXI, cando un pensa que estas eivas deberían estar cubertas. pois non. Queda tanto por andar que, supoño, non chegarei a ver o camino cuberto de follas…de papel!
     
     De aí que insistamos coa palabra dun mestre: Mariano Coronas.
     
Mariano Coronas
     
     Un novo artigo de Cuadernos de Macoca (2). Un artigo que leva por título “Animando la lectura”, publicado no seu momento en Cuadernos de Pedagogía.
     Un artigo absolutamente necesario, claro e pedagóxico (no mellor sentido da palabra) para que moitos se animen a poñer en práctica actividades lectoras, para que saiban que non están sós, que quedan persoas que pensan e reflexionan sobre a formación do alumnado. E, tamén, para aqueles e aquelas que lles dan as costas aos libros para que sintan rubor e saiban que non están á altura dos que se lles esixe nas aulas.

     
     Grazas, unha vez máis, Mariano, pola túa palabra directa e chea de intelixencia e calor.





ANIMANDO LA LECTURA


                                                                                                          
                                                                                                                                 MARIANO CORONAS CABRERO



Seguimos dedicando esfuerzos, invirtiendo recursos, diseñando estrategias para fomentar un hábito, el de la lectura, que no acaba de consolidarse a gran escala en nuestra sociedad.

Cada cierto tiempo, una nueva encuesta viene a decirnos cosas poco agradables sobre el estado de la cuestión. Aunque bien podríamos hacer una lectura de esos medidores estadísticos, como la que proponía El Perich, en una de sus celebradas viñetas (hace casi veinte años): "No seamos cenizos diciendo que cuatro de cada diez españoles no lee... ¡Digamos que seis de cada diez españoles lee! ¡Aún somos más los que leemos que los que no leen!"
 
El Perich
Leer es un práctica necesaria, nadie lo pone en duda, también en este tiempo de exhuberancia tecnológica; pero es cierto que podríamos hablar de lecturas diferentes y que, donde puede resentirse la cuestión es en la lectura placentera, libremente elegida e íntimamente practicada.
Retrocedamos hasta la familia, que es donde se amasa buena parte de la consecución del hábito y allí podemos encontrar algunas actuaciones y aún hay algunos márgenes de intervención. Como no resulta fácil, nos trasladamos rápidamente a la escuela y al instituto: instituciones públicas, universales que pueden realizar una labor importante al aportar tiempo, materiales, sabiduría y afición... Sin olvidarnos de que estamos hablando de algo que no puede imponerse, pero que se puede contagiar.


Los mediadores deben estar profundamente infectados por el virus lector para poderlo transmitir con convencimiento, determinación y naturalidad. Han sobrado y sobran sermones que canten las virtudes de la lectura y también parafernalias que difícilmente podrán tener algún efecto; tampoco parece que el derroche en tiempos de bonanza para propiciar festivas presencias tengas efectos duraderos.
 
El Roto
Lleven un libro en la mano, ábranlo al llegar al aula o a la biblioteca, lean en voz alta, relacionen la vida, la actualidad con los libros cuantas veces puedan... No confundan la lectura con un divertimento; los libros no son necesariamente divertidos; tampoco la vida lo es y asumimos con pasión el reto de vivirla. Que el libro sea extensión de la mano, la del aspirante a lector o lector iniciático, el libro presentado, comentado y leído... Y que cada cual decida qué quiere hacer.