É un poeta enorme. É unha
persoa enorme. Un andaluz enorme.
Juan Carlos Martín Ramos
é o meu amigo.
Vivimos unha experiencia
sedutora que callou no poemario Versos e viceversos. Poemas
creados a partir de versos de cada un de nós.
Un proxecto, cun certo
risco, que nos uniu aínda máis se iso era posible.
Juan Carlos -Juan, como o
chamamos- é un andaluz aberto a todo aquilo que teña unha certa coherencia coas
súas ideas. Aberto e agarimoso.
Tamén co galego. Dende
que o coñecín notei esa sensibilidade pola nosa lingua e emocionoume. Le en
galego, ama o galego e, coido, xa se sente un chisco galego. Eu vou seguir
galeguizándoo todo o que poida. Non é difícil, por outra banda.
Así que, nesta última
estadía en Vigo, lle propuxen que escribise un poema en galego. Facíame moita
ilusión. El sorriu, calou. Porén algo notei que lle seducía a idea. Non
insistín. Ou si? Xa non o lembro.
Con Juan Carlos Martín Ramos na praia de Samil |
E Juan, chamoume hai uns días. Sempre con moita precaución, díxome que escribira un poema en galego e que fixera a tradución dun que nos agasallara hai certo tempo en castelán dedicado ás Illas Cíes.
Envioumos para que vise o
resultado, corrixise algo, en fin…
Que fermosos os poemas
galegos de Juan Carlos Martín Ramos! Case non os retoquei. Un nome por aquí, un
pronome por alá…Pouca cousa.
E díxenlle: “Só che
faltan catro para igualar os Seis poemas galegos, de Lorca”.
Federico é un dos nosos poetas de referencia.
Pedinllos, claro, para Versos
e aloumiños. Escribiu un texto para dar certas explicacións e o noso blog-revista
enriquécese, unha vez máis, coa súa palabra.
Grazas, Juan. E xa sabes…só
che quedan catro.
EU E O GALEGO
Juan Carlos Martín Ramos
Mi
relación con la lengua gallega empezó hace muchos años cuando, siendo
estudiante de Filología, elegí como optativa la asignatura de Literatura
Gallega y leí, y estudié, una antología bilingüe titulada “Ocho siglos de
poesía gallega”, que empezaba con los primeros trovadores y terminaba con los
poetas nacidos en la primera mitad del siglo XX.
Ahora que estoy
rebuscando entre mis recuerdos, me viene también a la memoria que mucho antes,
siendo todavía un niño, formaba parte de mi repertorio habitual (he de aclarar
que yo era un niño muy cantarín) la canción popular gallega “Na beira do mar”.
Incluso me recuerdo cantándosela a los emocionados ancianos del asilo (así se
le llamaba entonces) de mi pueblo.
Es verdad,
fue esa canción la que puso por primera vez palabras gallegas en mi boca, pero
fueron aquella antología y aquella asignatura las que me permitieron familiarizarme
con la lengua gallega y conocer a muchos poetas gallegos, además de Rosalía y Celso
Emilio Ferreiro, de los que ya había leído y oído cantar algunos poemas.
A partir de
entonces, he descubierto, leído y disfrutado de la obra de numerosos autores
gallegos, tanto en gallego como en castellano. De entre todos, quiero citar
especialmente a Álvaro Cunqueiro, de quien siendo muy joven leí “Merlín y
familia” y “Las crónicas del Sochantre”, que me sumergieron para siempre en el imaginativo
y poético mundo, tan personal y universal, del autor.
Nas Illas Cíes |
Pero, sin
duda alguna, cuando mi relación con la lengua gallega, y en general con Galicia,
se volvió mucho más estrecha y estable fue gracias a mi amistad con Antonio
García Teijeiro. Lo resumiré en dos breves capítulos que ilustran este fenómeno.
En el primero
tengo que mencionar la aventura -un juego, en realidad- en que nos embarcamos Antonio
y yo cuando, como amigos bien avenidos y lectores cada uno de la poesía del
otro, decidimos escribir un libro al alimón. El resultado fue “Versos y
viceversos”, que en 2019 publicó la editorial Kalandraka en castellano (la
lengua en que fue concebido) y también en su versión gallega, traducido por
Antonio con pequeñas y ocasionales aportaciones mías.
En pleno traballo da versión galega de "Versos e viceversos" |
El segundo
capítulo tengo que dedicarlo a contar un hecho que, aunque más circunstancial e
improvisado que el anterior, supuso para mí una experiencia emocionante e
inolvidable: la lectura en voz alta y en público de un poema, naturalmente en
gallego, de Manuel María, en un acto de homenaje al poeta que se celebró en el
Mercado O Calvario de Vigo. Debo decir que el público allí reunido me premió con
un caluroso aplauso, pero me sentí obligado a pedir disculpas por leer un texto
en gallego con acento andaluz.
Lendo a Manuel María no Mercado do Calvario en Vigo |
Dije dos
capítulos, pero debo añadir un epílogo, el que explica por qué yo ahora cometo la
osadía de publicar en “Versos e aloumiños” dos poemas en gallego.
La culpa,
como os podéis imaginar, es de Antonio. Y, en esta ocasión, no tengo muy claro
si he hecho bien al hacerle caso. No porque no haya disfrutado y aprendido intentando
escribir directamente en gallego (el primer poema) o haciendo una versión en
gallego de un poema ya escrito en castellano (el segundo), sino porque, no
siendo mi lengua materna, mientras los escribía no he podido evitar un cierto sentimiento
de impostura que chocaba con el inmenso respeto que siento hacia otras lenguas
distintas a la mía, que, a diferencia de lo que dicen algunos de forma perversa,
no sirven para separar a nadie sino para todo lo contrario, para reconocernos
en lo que nos une, para enriquecer nuestra forma de mirar y de nombrar el mundo.
No tengo
muy claro si he hecho bien, pero ya que acepté la propuesta de Antonio, aquí
está el resultado. El culpable ahora soy yo.
Dicho lo
cual, pongo punto y aparte (no quiero decir “final”) a esta incursión literaria
en un territorio lingüístico que no es el mío. Entendedlo como un gesto de
afecto y admiración a la lengua gallega.
Naturalmente,
seguiré leyendo en gallego y escuchando canciones en gallego, y cada vez que
vaya por Galicia seguiré aprendiendo nuevas palabras y expresiones en este hermoso
idioma. Pero, con vuestro permiso, volveré a escribir en castellano (o español,
como queráis llamarlo). Eso sí, siempre con acento andaluz.
DESPOIS DE TODO OU NADA
Outra vez,
despois de todo ou nada,
hai que xogar o resto.
O corazón mariñeiro de Juan |
que atravesa os espellos.
Desordenar papeis
ou, aínda mellor,
perdelos.
Esborranchar o branco
da páxina,
falar en serio,
abrir o baile só
co posto,
rir dun mesmo.
Verter a última pinga
e desbordar
a vasilla do tempo.
Cantar baixo a tormenta,
pregoar o segredo.
Despois de todo ou nada,
que a fin sexa outra vez
o comezo.
ILLAS CÍES
Cíes, Cíes, Cíes.
Illas que entrelaza
sereas varadas
na luz do horizonte.
Cíes, Cíes, Cíes.
Pola area branca
anda a miña sombra,
murmurios turquesas
debuxan as ondas.
Cíes, Cíes, Cíes.
Vese dende o faro
o resto do mundo,
cabe nos meus ollos
cando o vemos xuntos.
Cíes, Cíes, Cíes.
Illas ancoradas
na ría de Vigo.
Illas onde a lúa
esconde o seu niño.
No faro das Illas Cíes co caderno de apuntamentos