miércoles, 20 de marzo de 2013

Un hermoso regalo de Juan Carlos Martín Ramos



Versos e aloumiños es un espacio abierto a todo aquel o aquella que nos quiera enviar algún texto. Es un honor que las personas deseen mejorar  este espacio libre para hablar de los muchos temas relacionados con la cultura, desde infinitos ángulos.
Por ello, estamos muy contentos de que, uno de los mejores poetas de LIJ que hay en este país, Juan Carlos Martín Ramos, nos envíe tres poemas inéditos que, de momento tenía guardados, tal como explica en el correo electrónico, que reproducimos a continuación.
Son tres poemas preciosos, muy propios del autor, cuidados al máximo y de una calidad muy alta. Juan Carlos, y esto es una alegría, es un asiduo de este espacio. Asiduo porque lo lee habitualmente y asiduo porque Versos e aloumiños siempre estará a su disposición. Su seriedad poética, esa que no le permite tomar la poesía para niños como algo trivial, y su generosidad, nos hace muy felices.
Gracias, Juan Carlos, por regalarnos versos tan bellos.

En Madrid al final de Trovapaz. 2011



Querido Antonio:

Me decido por fin a enviarte unos poemas para tus “Versos e aloumiños”. Cuando los escribí, estos tres y algunos más, mi intención era que formaran parte de un libro que se llamaría “Hace más de mucho tiempo”. Pero tardé más bien menos que poco tiempo en guardarlos en un cajón ante la sospecha de que escribir una especie de álbum poético con recuerdos de mi infancia no tenía el menor interés.

Mi intención era buena, porque pensaba que hablar de las vivencias de un niño que creció en un mundo tan diferente al actual y en una época en la que tanto valor le dábamos a las cosas más insignificantes, me iba a permitir construir un puzle en el que los jóvenes lectores de ahora también podrían colocar o descolocar sus propias piezas.

Tal vez retome el libro algún día y lo termine, o tal vez solo le vaya añadiendo nuevos poemas en la medida en que vayan surgiendo. Eso ha pasado con uno de los poemas que escribí para la postal que os enviamos en Navidad y que, con alguna pequeña modificación, ha pasado a llamarse “El rey del balón”.

Seguramente estos poemas no se publicarán nunca, así que, animado por tu generosa invitación, no se me ocurre un destino mejor para ellos, los pobres, tan inocentes e inseguros, que un confortable y protector rincón de tu hermoso blog, tan lleno de amigos y en general de gente a la que quiero y admiro.

Te envío también una foto en la que una vez más podrá comprobarse quién era el niño más travieso de mi barrio. Al fondo, a la izquierda, se adivina una máscara dibujada sobre un teatrillo de títeres que construí con una enorme caja de cartón que llegó a mi casa con un frigorífico dentro. La camisa me la hizo mi abuela.

Y ya te contaré algún día la historia del pájaro.

Un fuerte abrazo.

Juan C.

Juan Carlos Martín Ramos, niño.




LOS POEMAS







HACE MÁS DE MUCHO TIEMPO

Hace más de mucho tiempo,
todo era más grande
y yo más pequeño.

La luna más alta,
más largo el invierno.
Todos los caminos
llegaban más lejos.

Hace más,
mucho más de mucho tiempo,
no lograba de puntillas
ver mi cara en el espejo.
        
Daba vueltas y más vueltas
en la inmensa cama
de mis sueños.


Un dibujo en la arena de la playa de Samil. Vigo. 2012





FOTO ESCOLAR

Estoy sentado
delante de un mapa,
con un libro abierto sobre la mesa,
con los ojos fijos, clavados
en la cámara.

Se me nota que quiero salir
en la foto
con cara de niño bueno,
pero las pecas
alrededor de mi nariz
me delatan.

El tiempo ha pasado,
como es su costumbre,
desde entonces.

He olvidado la lección
de aquel libro,
en aquel mapa hay países
que ya no existen,
en mi cara ya no hay rastro
de aquellas pecas. 

Con Susi y Lurdes en nuestra casa. 2012




EL JUEGO DEL ESPEJO

Me gustaba jugar
con un pequeño espejo.
Abría la ventana para cazar
un rayo de sol
y reflejarlo
en los rincones más oscuros
de mi casa.

Dibujaba en las paredes
garabatos de luz,
iluminaba por sorpresa
la cara de mi madre,
aprendía a escribir mi nombre
en la pizarra de sombra
con letras luminosas
y fugaces.

Aún me gusta jugar
con mi pequeño espejo.
Abro la ventana cada día
y me quedo a la espera,
acechando la llegada
del primer rayo de sol.

         JUAN CARLOS MARTÍN RAMOS