JUAN CARLOS MARTÍN RAMOS (Belmez, Córdoba. 1959)
VIVO DENTRO DE UN TEATRO
tan
pequeño, tan pequeño
que
aquí se pueden tocar
las
estrellas con los dedos.
Los
caminos son muy cortos.
Cuando
salgo, ya regreso,
cuando
doy la vuelta al mundo
me
despido: “¡Ahora vuelvo!”.
No
hay sitio para fronteras,
para
banderas al viento.
Aquí
todo lo que pasa
no
es historia, es un cuento.
El
teatro donde vivo
es
pequeño, tan pequeño
que
hay que mirarse a los ojos
para
verse desde lejos.
ME
GUSTA ESPIAR AL PÚBLICO
por
un pequeño agujero,
saber
la cara que pone,
si
sonríe o está serio.
Desde
la primera fila
pero
un poco más atrás
hay
quien calla o se distrae.
A
veces me he preguntado
si
afuera todo es lo mismo,
si
hay quien da su corazón
y
quien lo deja en su sitio.
Consulto
al titiritero:
“Di,
¿de qué pasta estáis hechos?”.
Pero
él no sabe o no quiere
revelarme
su secreto.
CHACOLÍ
Cuando
el público le llama,
sale
veloz Chacolí
con
su estaca justiciera,
por
si acaso y porque sí.
“¡
Haya paz en el teatro!”,
dice
nada más salir,
y
a estacazos pacifistas
se
llega al final feliz.
su
corazón late a mil,
cuando
lucha con el Ogro
le
calienta la nariz.
Su
cabeza de madera
no
está llena de serrín,
tiene
grandes ideales
y
fantasías sin fin.
Cuando
los niños le llaman
sale
feliz Chacolí,
no
sólo porque le llamen,
sale
porque él es así.
DON
CRISTÓBAL
Don
Cristóbal es un títere
deslenguado
y bravucón,
va
a buscar su cachiporra
cuando
le dicen que no.
Don
Cristóbal es un títere
desvergonzado
y glotón,
en
su panza cabe el mundo
y
la luna alrededor.
Don
Cristóbal es un títere
botarate
y cabezón,
piensa
poco lo que dice
y,
si lo piensa, peor.