martes, 4 de junio de 2013

PASEOS POÉTICOS ( I ). CON ELOY SÁNCHEZ ROSILLO



Andar. Andar. Andar con un libro de poesía en la mano.
Pasear entre árboles de los que, algunas veces, cuelgan versos que parecen serpentinas doradas que nos dicen, por ejemplo, que antes de que sucedan ya se han ido las cosas que se hacían de esperar. Que sólo el sueño es quien consigue anticiparlas y que en ti permanezcan.
Suéñalas. Estos versos me los va diciendo, recitando para que dejen huella en mi mente, el gran poeta murciano Eloy Sánchez Rosillo.
Vamos pensando juntos por la Avenida Antes del nombre.
Sabe el Poeta de mis dolores, de mis alegrías, de las noches oscuras que cegaban el dulce trinar de los ruiseñores que me acompañaban muy a menudo.
Sabe el Poeta de mi escepticismo ante las burdas promesas. Sabe que soy una persona reflexiva, pero capaz de hacer que la rabia acumulada estalle en cualquier momento. En cualquier lugar.A cualquier hora.
Seguimos andando bajo el cielo azul y casi cegados por el sol que acaricia nuestros pasos.
El Poeta intenta convencerme  de la necesidad de la hermosura.
No hace falta. Me gusta lo bello si es bello. Y lo que refulge, si da luz.
Y los árboles que dan sombra cuando el calor aprieta. Esos árboles que uno echa de menos al cruzar sin avisar a nadie, sin saber por qué, los desiertos infinitos del alma.

Conoce el Poeta mis subidas y bajadas emocionales y me cuenta que un hombre como él sabe y valora la alegría, pues durante muchos años hubo en su pecho una profunda herida.
Nos sentamos en un banco y admiramos jardines alegres con formas caprichosas y llenas de vida.
Pero, ¿cómo empezó nuestro paseo?
¿Qué poema me empujó a compartir con él un tiempo indefinible? Pues lo tengo muy claro. Un poema en el que me vi reflejado. En un poema que es un estado de ánimo conocido por mí y, tal vez, común a los dos.
El Poeta lo sabe.
Yo le pido que me lo lea.
Con calma busca la página.
Y él, mirando al libro y al paisaje, comienza a decirlo con un cariño que contagia.
Éste es:



PERDICIÓN

ALZO los ojos en la noche oscura,
y ésa es mi perdición. Desde una estrella
Eloy Sánchez Rosillo
que refulge esta noche para mí
más que ninguna otra,
me va llegando sin piedad al pecho
un cataclismo de diamante puro.
Y me abre ahí una herida tanta luz,
y la herida no sangra, porque se cauteriza
con su propio dolor, que es alegría,
que es muerte y nacimiento,
un volver a vivir desde el principio,
y esta vez para siempre.


Después, nos despedimos con afecto.
Seguro que nos volveremos a encontrar.

                                                                  


                                                                                                                O POETA PASEANTE