Rafael Cruz-Contarini |
Compartimos mesa redonda en unas
Jornadas dedicadas a la Creación Literaria en Compostela. Hablamos, y mucho, de
LIJ en general. Cada uno de los componentes de esa mesa expuso su visión
personal del acto creativo, además de otras opiniones sobre la literatura y los
pequeños.
Fue muy rica su exposición. Se llama Rafael Cruz-Contarini, escritor
pero, especialmente poeta.
En la cafetería donde estuvimos
tomando un chocolate yo, un café él, puedo afirmar que nos conocimos, con todo lo que significa el verbo conocer. Que
creamos un vínculo invisible, aunque profundo entre nosotros. Fue como un flechazo literario.
Él, nacido en Montilla (Córdoba), residente en Sevilla. Yo, gallego, nacido en
Vigo.Los dos, poetas, con un cariño especial hacia los niños y niñas (y a los
no tan pequeños).
Los dos, docentes, decididos a
seducir a nuestros alumnos con la palabra poética. Y en esto, apareció la figura de Bob Dylan. Ambos éramos (y seguimos siendo) devotos del genio de Minnesota. Parecía increíble. Y la generosidad de Rafael cobró forma en un regalo que conservo con un cariño enorme: la película de Scorsese, No direction home, todo un monumento a cierta trayectoria del poeta del rock. Dylan, siempre Dylan uniendo corazones. Permitiéndonos compartir sus letras y su música. Haciéndonos sentir lo conmovedor de unas huellas que va dejando un artista sin par.
Hablamos y hablamos mucho en esa
cafetería. Y, cuando nos despedimos, decidimos que esa relación no podía
evaporarse. Había que mantenerla. Valía la pena. Los dos estábamos convencidos. Así fue. A través
de correos electrónicos en ambas direcciones mantuvimos vivo el contacto con lo
que fue creciendo una complicidad fuerte. Con llamadas telefónicas, seguimos
compartiendo penas y alegrías. La amistad llamaba a nuestras puertas. La
dejamos entrar. Un gran acierto.
Un día tuvimos una idea hermosa,
que nos bullía internamente, aunque en silencio. Teníamos que hacer algo
juntos. Por la distancia que nos separaba, podía parecer que no sería factible.
Vigo y Sevilla estaban ( y siguen) a muchos kilómetros de separación. Pero, ¿para qué existía internet? Podíamos
sacarle jugo a los correos electrónicos.
Y nos lanzamos a la aventura. El
reto fue un poemario, a medias, escrito a dos manos. ¿Un riesgo? Desde
luego. ¿Podría convertirse el proyecto
en un fracaso? Por supuesto. Supongo que ambos lo pensábamos pero no lo
manifestamos en ningún momento. Lo que yo escribiese podía no gustarle a él y
viceversa. ¿Nos embarcamos? Rafael dijo sí. A mí también me apetecía hacerlo
pese a esas reticencias.
Y ahora, he aquí, un poema que me dedicó en medio de nuestra labor tan llena de emociones.
¡Qué persona!
Nunca olvidaré este poema.
Querido amigo-poeta:
Estas palabras que a continuación te dedico no son para que las sigas con una estela sino para que las lleves siempre en tu corazón como señal de mi amistad.
Para mi amigo y hermano de palabra,
Antonio G.
Teijeiro
Antonio, te estoy leyendo
y en tus versos estoy yendo
a soles, nubes y lunas
con las estelas del viento.
Tus palabras son brillantes,
dulces, saladas, vibrantes,
hermosas y coloridas.
Luminosas y elegantes.
Arquitecto de texturas,
dices palabras-dulzura,
limpias, como
paseniño,
que son palabras-ternura.
Escribes una canción
sobre el rosal y el limón,
y en ellos dejas a fuego
la tinta del corazón.
Antonio, amigo-poeta,
en el cielo las cometas
y en tus papeles escribes
el aire por donde vuelan.
Rafael Cruz-Contarini
¿Cómo enfocaríamos el poemario?
Lo tuvimos claro desde el
principio. Yo le enviaría unos versos y él terminaba el poema dándole
coherencia. Rafael haría lo mismo. Me enviaría cuatro o cinco versos y yo,
¡hala! a acabarlo de la mejor manera
posible. Fue un trabajo ilusionante. Fue una tarea enriquecedora. Un proyecto,
basado en el afecto, en el cariño y en una visión compartida de la poesía. ¡Qué
época tan bonita! Yo estaba deseando recibir su correo. Él también esperaba el
mío. Avanzamos de una manera increíble y a medida que lo hacíamos nos
entusiasmábamos. Hubo momentos de un ritmo frenético compensados por otros más
reflexivos. Cuando decidimos poner punto
final, ambos estábamos seguros de que nos había salido un buen libro. Era algo
que sentimos los dos. Así nació Estelas de versos, un poemario,
sinceramente, muy original.
Una vez hecha realidad la
propuesta, había que mover el original. Rafael se entregó en cuerpo y alma a
este trabajo. Una editorial le dijo que no les servía porque no se podía
utilizar en la escuela, ya que no tocaba
los temas transversales. Rafael se desilusionó. Yo, en cambio, me reí mucho
ante tamaña majadería. Alguna editorial dio largas y otra no contestó. Yo le
decía telefónicamente a Rafael que no se preocupase. Que el libro se
publicaría. Ya sabemos lo que es editar poesía.
Estando yo dando unas sesiones
sobre poesía infantil y escuela en Cuenca, en unas Jornadas importantes
auspiciadas por la Universidad de Castilla-La Mancha, me encontré sobre un
atril con unos papeles. En uno de ellos estaban las bases del certamen de Poesía
Infantil “Luna de aire” (UCLM-CEPLI). Lo metí en el
maletín y me lo traje. Al llegar a Vigo, llamé a Rafael por teléfono. Lo
hablamos, le pareció buena la idea y le mandé las bases. Él se encargó de
todo. Lo enviamos a Cuenca y un día del
mes de diciembre de 2007 sonó el teléfono. Nuestra Estela
de versos, había ganado el
premio por unanimidad entre un montón de originales enviados desde diversos
puntos de España, Europa y América. El barco había llegado a buen puerto.
Cuando recibimos el galardón, en
2008, sentimos una emoción muy profunda. El desarrollo del libro había sido
increíble. El jurado quedó estupefacto, al ver dos nombres en la plica. La
magia poética, otra vez, haciendo de las suyas. El elemento afectivo, que envolvió
el proyecto por medio de los versos, demostró, de nuevo, que puede derribar
muros y barreras si es auténtico.
Y, sobre todo, Rafael
Cruz-Contarini, con una obra sólida, y yo seguimos siendo muy buenos amigos.
¡Cuánto une la poesía!
Leamos algún poema de este libro, que ilustró con
gran acierto Fran Collado.
Y ahora, podéis leer un texto y unos poemas de
Rafael.
Vale la pena fijarse en sus
contenidos.
LA POESÍA
La
poesía para mí es el arte puro de la palabra. Es un don que la lengua
nos ofrece en su más alto sentido. Igual que el escultor que elimina del
mármol aquello que no sirve para ofrecernos su obra, el poeta intenta eliminar,
más que añadir para quedarse con la esencia de aquello que no puede ser
expresado de otra forma. De tal manera, que si intentáramos expresar un poema
con otras palabras, no solo estaríamos traicionándolo, sino que no estaríamos
comunicando lo mismo. Es decir, un poema es la sustancia única, genuina y
exacta de aquello que resulta de sus palabras, y no de otras. Un regalo, pues
que nos ofrecen o que nos ofrecemos cuando escribimos sobre algo. La intención
de la poesía no es tanto conocer ese objeto (ya que todos experimentamos
similares sentimientos y emociones) como la perspectiva en que yo soy capaz de
vislumbrarlo y descubrirlo. Esa atalaya, ese abismo desde el que nunca nos
hemos atrevido, o tal vez nunca nos hemos inclinado o elevado, es el que
produce el vértigo de la emoción. Las imágenes que se nos revelan, las que
somos capaces de contemplar, hacen de esa visión la maravilla. Por lo tanto, el
objeto de la poesía no sería tanto el referente sobre el que escribimos (una
caracola, un recuerdo, un insecto, un visión, o lo que sea) como las
"tripas" de ese referente. Lo que no se ve y el poeta revela y
descubre por primera vez. Y hay tantas visiones de un mismo objeto como poemas
existen sobre el mismo. Yo disfruto descubriendo nuevas formas de ver las
cosas. Sobre todo cuando desembocan en las emociones más álgidas y vibrantes.
Según
el testimonio del poeta J. A. Valente sobre su proceso de creación poética (en
Cómo se escribe un poema), y de cómo éste entendía que la poesía era
sustancia que se conoce en el mismo momento de ser creada, estuve pensando en
la palabra poética como objeto escurridizo, como materia descubierta gozosa y
sorprendentemente, y como un regalo que, tal vez, nosotros mismos nos
concedemos. A partir de ahí escribí este soneto:
SUSTANCIA ESCURRIDIZA
puede surgir, sin más, la poesía.
Una voz, quizás, una fantasía,
o una luz que me alumbra con certeza.
Puede que en mis palabras, la belleza
dure lo que perdure un solo día,
pero habrá merecido la alegría
de haber sentido en mí esa grandeza.
Quiero encontrar aquello que no existe,
aquello que se va porque se escurre
cuando estando muy cerca no lo atrapas.
Puede que al encontrarlo entre tus mapas,
no sean las palabras que quisiste.
Un poema no es más que lo que ocurre.
Y a continuación, dos poemas más de su autoría.
ARCO IRIS
El orden de
la Tierra
pasa por el
cordal de tu memoria.
Nadie puede
alcanzar,
en vano
sacrificio,
el diámetro
invisible de tu esfera.
Ni una
flecha lanzada,
ni una honda
celeste,
ni la aurora
encendida…
Tan solo el
latir profundo del gran Rey.
Lunar rocío.
Unas gotas
minúsculas
dibujan en
su espectro
los nombres
conocidos de la luz:
Cromática
armonía.
En cada
aliento boreal
exhalamos la
esencia de tu rosa,
flor partida
en minúsculos fragmentos
que se
disuelven en el lagrimal.
Es por eso
que te vemos, colmado,
en el
líquido espacio de los vientos.
Puente
infinito.
El sueño
inasequible de los sueños.
Quien logre
asirte,
corone el
firmamento,
verá la
refracción de la verdad.
Mosaico de
colores,
¿qué señales
se esconden tras tu estela?
ROJO
VIOLÁCEO
a Nines
La sangre se
ha vertido
en dos manos
atadas
con la flor
de la malva.
La noche es
infinito
acierto si
en tus labios
con el sorbo
de un beso.
La
transparencia en bruma
de la luz
que nos cubre
en plena
primavera.
Aflicción de
los astros
que al
conjugarse infunden
las sombras
de la nieve,
el brillo de
la sal,
el fulgor de
tus lágrimas,
perseidas
del amor,
en tu
universo, y allá
nos guarde
la alegría
del viaje
inoportuno.
© Rafael
Cruz-Contarini
En Baeza, con Agustín Fdez. Paz, Gonzalo Moure, Antonio y Rosa Serdio. |