miércoles, 6 de junio de 2018

DE CORAZÓN Y ALMA: EL EPISTOLARIO DE CARMEN LAFORET Y ELENA FORTÚN

Carmen Laforet
En 1947 hacía apenas tres años que Carmen Laforet había ganado el Premio Nadal con su ya clásica novela Nada. También fue ése el año en el que inició una larga e intensa relación epistolar con la escritora madrileña Elena Fortún, famosa por ser la creadora de los inolvidables y exitosos libros de la saga de Celia (y otros ilustres personajes como Cuchifritín, Matonkikí o Mila), que han trascendido el ámbito de la llamada literatura infantil para convertirse en clásicos de la literatura española del siglo XX, así, con mayúsculas. Laforet, que era notablemente más joven que Encarna Aragoneses—pues éste era el verdadero nombre de Elena Fortún—, conocía a la perfección la serie de Celia, ya que se contaban entre sus primeras lecturas de infancia. En esto, todo hay que decirlo, me parezco yo mismo a la gran escritora canaria, pues, como muchos otros niños, yo leí muchas de las obras de Celia siendo muy pequeño. Mi padre las tenía en sus pobladas estanterías, en algunos casos en primeras ediciones de los años 20 y 30 que habían pertenecido a su madre, mi bisabuela que falleció en la década de los 60 sin haber podido yo conocerla en persona.


Elena Fortún
Volviendo al epistolario, a Laforet le parecía casi increíble poder entrar en contacto con Fortún, una autora que había idolatrado desde niña y con la cual solía mantener conversaciones imaginarias en sus años mozos. Por su parte, Fortún admiraba el estilo literario de Laforet, llegando a considerarla en una de las primeras cartas que se intercambiaron, como "la primera escritora española" y describiendo Nada como la mejor novela publicada en España en la primera mitad del siglo XX. Durante los cinco años que duró la correspondencia entre ambas, Fortún vivió a caballo entre su exilio argentino (su esposo, Eusebio Gorbea, que se suicidó en Buenos Aires en 1948, había sido un militar republicano de los que perdieron la Guerra Civil), su regreso a España y una visita truncada a los Estados Unidos, donde vivía su hijo. A lo largo de las misivas que ambas se enviaron se evidencia la admiración mutua de las dos escritoras, el enorme cariño que sentían la una por la otra y la inmediata conexión que se produjo entre ellas pese a las escasas ocasiones en las que pudieron verse en persona.


Portada de uno de los populares libros de Celia
Emerge, además, la profunda inseguridad de Laforet en lo referente a la valía de sus obras literarias: en varios momentos de las cartas critica con dureza la novela que está escribiendo, La isla y los demonios (1952) y confiesa que solamente escribe artículos periodísticos por necesidad económica. Vemos también, carta a carta, la conversión religiosa que experimentó en estos años Laforet, animada en ello por su amiga la famosa deportista Lilí Álvarez y por la propia Fortún, y que se vería posteriormente reflejada en su novela La mujer nueva (1955). Asimismo, asistimos a la larga fase terminal de la enfermedad que acabaría con la vida de Fortún, un cáncer de pulmón que llenaría de sufrimiento sus últimos años y que le impediría cumplir su deseo de morir en paz y sin sufrimiento.


Por fortuna, el año pasado se recogió toda la correspondencia intercambiada por Carmen Laforet y Elena Fortún en un volumen titulado De corazón y alma, 1947-1952 (Fundación Banco Santander, 2017), gracias al celo investigador de Nuria Capdevila-Argüelles, profesora de la universidad inglesa de Exeter, y de dos de las hijas de Laforet, Cristina y Silvia Cerezales Laforet. El libro presenta todas las cartas que han sobrevivido y supone un documento de enorme valor para comprender las carreras literarias de dos escritoras españolas hoy un tanto olvidadas (en especial Fortún) pero que la crítica y las reediciones (sobre todo las llevadas a cabo por la Biblioteca Elena Fortún, en la que acaba de aparecer una novela inédita de la autora, Oculto sendero) están recuperando en los últimos años para el deleite de lectores de todas las edades. Se trata de un tomo, este epistolario, absolutamente recomendable y sobre el que recientemente he grabado en vídeo una reseña más extensa que dejo aquí abajo para quien esté interesado en verlo.




                                                   ANTÓN GARCÍA-FERNÁNDEZ