lunes, 1 de febrero de 2016

EL CONDE JAN POTOCKI Y SU MANUSCRITO ENCONTRADO EN ZARAGOZA

Uno de los libros más extraordinarios que he descubierto últimamente es el Manuscrit trouvé à Saragosse, escrito probablemente a lo largo de varias décadas entre finales del siglo XVIII y comienzos del XIX por el aristócrata polaco Jan Potocki. Figura a la vez misteriosa y grandilocuente donde las haya, Potocki nació en 1761 en el seno de una de las familias más influyentes de Polonia, y como mandaban los cánones de la aristocracia polaca de la época, fue educado en Suiza, en las ciudades de Lausana y Ginebra, con el francés como lengua principal, idioma que utilizaría para la escritura de todas sus obras literarias y científicas. De regreso a su país natal, Potocki estuvo constantemente envuelto en intrigas políticas, en las que siempre mostró un compromiso convenientemente indefinido. Así, apoyó la causa nacionalista polaca, pero a pesar de enemistarse por ello con el zar de Rusia, acabó ofreciéndole su apoyo temporalmente. Sus opiniones sobre la Revolución Francesa fueron también contradictorias: aunque algunas veces alabó los principios revolucionarios, otras veces los criticó con dureza. Perteneció a diversas sociedades más o menos secretas, como la masonería o los Caballeros de Malta, y protagonizó actividades sorprendentes que le granjearon una reputación de aventurero. Por ejemplo, fue uno de los primeros en realizar una ascensión en globo aerostático sobre Varsovia, allá por 1790, y sobre todo, viajó constantemente a través de toda la geografía europea (como veremos, visitó España), llegando a conocer países algo más lejanos y considerados más exóticos por aquel entonces, como Túnez, Egipto e incluso Mongolia. Retrató sus andanzas por Europa, África y Asia en innumerables libros de viajes, en los que también recoge observaciones de tipo social, cultural y antropológico. De hecho, algunos de sus escritos se consideraron fundacionales en el establecimiento de la disciplina de la etnología.


También le interesó el mundo de la edición, lo cual lo llevaría a fundar una imprenta en la capital polaca, en la que publicó diversos textos de carácter político. Quizá en esta época—a finales de la década de 1780—fue cuando empezó a idear su obra más importante, el Manuscrito hallado en Zaragoza, pero además de este título y de sus libros de viajes, Potocki escribió también algo de teatro, libros de investigación científica y algunas semblanzas de tipo político. Su vida personal fue, como podemos imaginar fácilmente, bastante tumultuosa. Se casó dos veces, y ambos matrimonios acabaron en divorcio, y en el caso de sus segundas nupcias, la ruptura estuvo envuelta en una serie de rumores relativos a un posible incesto que nunca llegaron a aclararse completamente. Potocki pasó los últimos años de su vida recluido en su castillo de Uladowna (Podolia), probablemente aquejado de lo que hoy en día denominaríamos depresión, pero que entonces no era generalmente diagnosticable con facilidad. Corren por ahí varias leyendas sobre su muerte, que tuvo lugar hacia finales de 1815. Aunque no está muy claro, la leyenda cuenta que fabricó él mismo la bala con la que pondría fin a su vida y que hizo que un capellán la bendijese antes de suicidarse.


Edición francesa del Manuscrito
Sea como fuere, no hay duda de la tendencia de Potocki a la excentricidad, algo que se entreve también en su Manuscrito, cuya estructura narrativa es enormemente compleja, basada en la del Decamerón de Boccaccio, con múltiples niveles narrativos y distintos narradores que cuentan historias que aparecen entrelazadas de una manera verdaderamente enmarañada. El contenido de dichas historias es también muy variado: a lo largo de la novela nos topamos con relatos de aventuras, picarescos, eróticos, pastoriles y góticos, entre muchos otros géneros. El manuscrito ficticio al que alude el título fue escrito supuestamente en español por el personaje de Alphonse van Worden, un militar que se ve obligado a pasar un tiempo en la Sierra Morena junto a un grupo variopinto de criminales, nobles, gitanos, ladrones y demás. Tras la muerte de van Worden, el manuscrito es hallado por un oficial francés durante el saqueo de la ciudad de Zaragoza, y éste, al ser capturado posteriormente por el ejército español, convence a uno de los soldados que lo han apresado para que se lo traduzca. Como se puede ver, este marco narrativo del manuscrito encontrado que debe ser traducido recuerda a los cartapacios escritos por Cide Hamete Benengeli que contienen las hazañas de don Quijote en la obra maestra de Cervantes. Todo ello, junto con la ambientación del texto de la novela en la Sierra Morena, en la que también transcurrieron algunas de las andanzas de don Quijote y Sancho, sugiere indudablemente que Potocki conocía a la perfección la obra cervantina y se inspiró en ella al componer su Manuscrito.


Traducción española (Valdemar)
La historia de la publicación del Manuscrito de Potocki es también convulsa, pues una parte de los capítulos (divididos en jornadas, a la manera boccacciana) salieron a la luz en París con independencia del resto de la obra, y hoy en día tenemos dos versiones diferentes de la novela, una publicada en 1805 y otra, más completa, publicada en 1810. Esta última es la que yo he leído, editada por Flammarion bajo el título de Manuscrit trouvé à Saragosse, con una excelente introducción a cargo de François Rosset y Dominique Triaire. De la versión de 1805 tengo una traducción al inglés realizada por Ian Maclean como The Manuscript Found in Saragossa (Penguin). Por fortuna, existen al menos tres traducciones al español de la obra de Potocki, las tres tituladas Manuscrito encontrado en Zaragoza y publicadas por Alianza Editorial, Valdemar y Acantilado, que recomendamos a todos aquellos lectores que deseen adentrarse en el mundo literario de Potocki. Sin duda vale la pena hacerlo, pues este Manuscrito es una de las obras más sorprendentes entre las muchas que suelen quedar fuera de las historias convencionales de la literatura mundial.


ANTÓN GARCÍA-FERNÁNDEZ

Postdata: Partes de la novela de Potocki fueron adaptadas al cine por Wojciech Has en 1965, con música de Krzysztof Penderecki, y la película resultante tuvo bastante éxito en Polonia en su momento. Tras varios años en la oscuridad, fue recuperada en los años 90 gracias a los esfuerzos del músico Jerry Garcia y los cineastas Francis Ford Coppola y Martin Scorsese. Quien entienda polaco puede ver una versión reconstruida de la película aquí. A continuación, dejo un vídeo en el que se puede escuchar parte de la música que Penderecki compuso para el film.