jueves, 15 de enero de 2015

A LUZ DAS PALABRAS ( 43 ) María Jesús Jabato



María Jesús Jabato
     Con Mª Jesús Jabato podería estar falando de poesía unha chea de tempo.
    
     Non nos coñecemos persoalmente, pero temos tantas cousas en común no territorio poético que, estou ben seguro, compartir un tempo con ela sería un auténtico pracer.
     
     Mentres ese encontro non se produce, son os nosos poemarios os encargados de que haxa unha comunicación lírica entre os dous.
    
     Gústame moito a súa poesía. Gústanme os seus libros de poemas tan versátiles, tan ambivalentes, tan aloumiñadores, tan limpos, tan elegantes.
     
     Os seus poemas pódense cantar. Ten boa parte da súa obra creada a partir da poesía de tradición oral. Penso que como todos os que escribimos para os pequenos. Todos bebemos nesa fonte que non deixa de fluír. A partir da métrica e dos recursos tradicionais, ela vai incorporando novas formas que dan á súa poesía un aire persoal ben brillante, por certo.
    
     Afirma Mª Jesús que ela se sente nena e por iso escribe para nenos. Fermoso sentimento.
     Concordo con ela en que aos cativos se lles pode falar de todos os temas, sempre que a erudición se conteña. Partindo, xaora, dun respecto real aos pequenos lectores, limitando a linguaxe aos niveis que lles resulten comprensibles e non rebaixar endexamais a emoción que toda boa poesía debe transmitir.
    
     Leo nunha entrevista no blog Dulce pepinillo unha afirmación da autora que subscribo na súa totalidade. “A poesía” di “é unha reflexión fonda sobre a vida, e a vida dos rapaces e rapazas non é sempre unha perpetua primavera…rózana os problemas do home, polo que ás veces é sombriza e outonal”.
    
     Mª Jesús Jabato é moi consecuente co que crea. Así podemos , ademais da natureza, entrar nos temas que están presentes acotío na nosa sociedade. Nos seus libros fálase do alzheimer, da soidade, da separación familiar, do autismo, da morte…Cando se é consciente do que se fai e a quen vai dirixido o que escribes, nada é tabú. Entre a sensibilidade, a beleza e a palabra ben empregada, a creación enriquece a vida das persoas, fainas reflexionar e permite que teñan un mellor coñecemento de si mesmas.

     Convén comentar que María Jesús Jabato gañou os tres premios máis importantes de Poesía para Nenos: “El Príncipe preguntón”,  O “Luna de Aire” e o “Ciudad de Orihuela”. Non é doado conseguir estes tres galardóns e telos acadado di moito e ben da súa obra.

     Espero que libros como Gorigori (Ed. Kalandraka), A mares (Ed. Kalandraka), Campo Lilaila (UCLM) ou Domingo de pipiripingo (Hiperión), por exemplo, formen parte xa das bibliotecas máis completas e esixentes, deixando a poesía á altura e nivel que se merece. Son unhas mostras ben claras da calidade que atesouran os poemarios de María Jesús Jabato.


     Despois de todo o dito, a esta burgalesa, amable e intelixente, pediulle Versos e aloumiños un texto para enriquecer o blog-revista. Non podería ser doutro xeito.
    
     E María Jesús enviounos esta xoia que podedes saborear deseguido.
     Unhas fermosísimas reflexións sobre a poesía para os pequenos.Unha fonte de auga clara para comprender o que unha autora que ama a lírica sente á hora de crear poesía.

       Todo un luxo.


Ilustración de Rocío Martínez para o libro "A mares"



SOBRE LA POESÍA INFANTIL


         Son estas líneas respuesta agradecida a la invitación de Antonio García Teixeiro, el poeta de los Versos de agua, de residenciar en su blog “Versos e aloumiños”, unas reflexiones acerca de la poesía infantil, expresión que requiere una explicación previa, porque no toda poesía infantil es poesía apta para niños, y permítaseme utilizar el término ‘niños’ como masculino genérico para evitar innecesarios circunloquios.
 
Ilustración de Erica Salcedo ("Campo Lilaila")
         Si convenimos en que los niños son los seres más perspicaces de la Creación parece improcedente darles como alimento intelectual collares de versos engarzados con profusión de diminutivos que dibujan mundos que pretenden ajustarse a su medida, entendiendo que esta se corresponde con su estatura física y no con su estatura interior, mucho más elevada de lo que a simple vista pueda parecer. 
     
Federico García Lorca
     Esto no significa que haya que erradicar el diminutivo de la poesía infantil; simplemente hay que utilizarlo allí donde sea natural, donde se precise para aniñar la realidad. García Lorca en su Balada del caracol blanco, lo usa para mostrar una imagen delicada y compasiva de un río viejo:

Caracoles blancos.
Los niños juegan
bajo los álamos.
El río viejecito
va muy despacio
sentándose en las sillas
verdes de los remansos.
        
Pero no lo utiliza, sin embargo, en la Balada del caracol negro, por la que discurre un río vigoroso:

Caracoles negros.
Los niños sentados
escuchan un cuento.
El río traía
coronas de viento
y una gran serpiente
desde un tronco viejo
miraba las nubes
redondas del cielo.

La poesía infantil no existe como género; es poesía que pueden comprender los niños, adaptada a su lenguaje, a su edad. No es por tanto poesía para niños la que se escribe minusvalorándolos, considerándolos ñoños o inmaduros, rebajando la calidad literaria, la exigencia poética. Los niños son lectores inteligentes y no se les puede dar cualquier cosa; no se les debe dar cualquier cosa a riesgo de que planee sobre ellos el terrible moscardón del aburrimiento del que hablaba Lorca, y abandonen la lectura en beneficio de otros divertimentos menos enriquecedores
 
Gabriel García Márquez

La poesía es el resultado de una mirada honda y sincera sobre lo que nos rodea y al niño le cercan situaciones que no entiende, pero que con la necesaria ayuda, puede llegar a asimilar. Cuando un niño –o un adulto- no entiende el significado de una palabra, y por tanto, el de un verso, debe acudir al diccionario sin complejos; recordemos al respecto la lección de García Márquez que narra la historia de aquel coronel que acudió con su nieto al circo y confundió un camello con un dromedario salvando el error gracias al diccionario. “Este libro, decía el coronel, no solo lo sabe todo, sino que es el único que nunca se equivoca”.  Los niños pueden llegar a saber lo que no saben; de eso se trata, de que crezcan, de que se formen, aunque  la poesía infantil debe ser exquisita en el cuidado del lenguaje y limitar la erudición de forma que el poema resulte comprensible. Veamos este de Antonio Machado. ¿Sabe un niño lo que es un pegaso? ¿Y lo que es un corcel? ¿Y porque no lo sabe, no es apto para él?:

Pegasos, lindos pegasos,
 caballitos de madera…

Yo conocí siendo niño,
la alegría de dar vueltas
sobre un corcel colorado,
en una noche de fiesta.

En el aire polvoriento
chispeaban las candelas,
y la noche azul ardía
toda sembrada de estrellas.

¡Alegrías infantiles
que cuestan una moneda
de cobre, lindos pegasos,
caballitos de madera!

 
Antonio Machado
         La lectura exige esfuerzo y esta exigencia es mayor en la poesía, aunque, en correspondencia, el resultado es más agradecido, ya que en ella se refugia la emoción. La poesía es más que rima o música; la imagen poética tiene poder iluminador. Por eso no debe haber compartimentos estancos en la poesía. La etiquetada como infantil no es solo para niños. ¿Por qué habríamos de privarnos en la edad adulta de leer los poemas de Lorca o Machado, o El lagarto está llorando, en el que el poeta granadino escribe una dedicatoria que, por cierto, suele hurtarse en las transcripciones –“A mademoiselle Teresita Guillén tocando un piano de seis notas”- tan dulce como evocadora? Abogo, por tanto, por los textos versátiles, ambivalentes, que pueden ser leídos por niños o por adultos.
 
Ilustración de Cristina Bueno. (Tomada do blog "El hilo rojo de Zoe")
         Por iguales razones entiendo que tampoco la poesía infantil tiene que obviar temas difíciles o considerados inapropiados para los niños, tales como la muerte o la enfermedad. Nada es inconveniente cuando se expresa de forma adecuada. Si se me permite hablar de mí, por ser, como decía Unamuno, quien tengo más a mano, traeré a esta página el libro Domingo de Pipiripingo, que trata el Alzheimer; o Yo, mi, me, conmigo, un manual para entender la soledad de los niños; o las ráfagas poéticas de muerte que cruzan las páginas de Tan alto como la luna; o El primer fin del mundo, que tomando el título de un verso certero de la gran Wislawa Szymborska, gira en torno a la separación de los padres, la primera hecatombe para los niños. No se podrá negar que predico con el ejemplo…
 
Wislawa Szymborska
Resta, finalmente, una breve alusión al poeta. En la poesía infantil su voz, una voz adulta, más o menos apreciable, lleva de la mano al niño en la lectura. Cuántas veces nos preguntan a los poetas si no vamos contra corriente, o qué pintamos escribiendo poemas para niños nacidos en el siglo de la tecnología. No entienden –o no quieren entender- que la poesía es necesaria porque hace crecer interiormente, porque desarrolla capacidades intelectuales y emocionales, porque permite conocerse y cuestionarse el mundo, porque afina al tiempo la sensibilidad y la fortaleza, porque eleva el nivel literario y cultural. Y no entienden –o no quieren entender- que al niño le encanta la poesía, que está habituado desde que nace a la rima, al rimo, a la música de los versos tradicionales con los que se duerme o juega:

Estaba la pájara pinta
sentadita en el verde limón
con el pico movía la hoja
con la cola movía la flor

Eugenio D´Ors
El poeta ofrece una mirada diferente que conduce en línea recta a la emoción y esta y no otra es su función; es una cosa extraña ser poeta, dice un verso clarividente de Eugenio D’Ors, convertirse en tierra para entender la lluvia/ convertirse en hoja para saber de otoños/ convertirse en muerto para saber la ausencia. Es una cosa extraña ser poeta, sí, y más aún escribir poesía infantil, pero es tan gratificante…

María Jesús Jabato



ABRAZOS

Qué pena los japoneses,
que no se abrazan,
juncos tímidos, silencio,
rígidas varas,
qué pena, que no se rozan,
que no sienten en la cara
el fuego de una caricia,
la piel en llamas,
qué pena, los japoneses,
cerezo en rama.
Ven, abrázame con fuerza,
que soy de España.

María Jesús Jabato