martes, 15 de octubre de 2013

SENTADO CON PESSOA (VII) Miguel Torga




Sempre sentín un grande afecto e unha tenra debilidade por Miguel Torga. O seus primeiros libros que lin deixáronme pegada e un deles, concretamente Cuentos de la montaña (lino en castelán hai xa ben tempo), entusiasmoume.
A miúdo teño pensado que Torga é un dos escritores portugueses que ninguén debe deixar de ler. Tras ese libro marabilloso, busquei todo o que había de Adolfo Correia da Rocha, que así se chamaba realmente, e fun lendo os seus libros: Piedras labradas, La creación del mundo e os seus extraordinarios Diarios, uns retallos da súa vida, da súa maneira de ver o mundo e uns sentimentos que están presentes ao longo de todas as súas liñas. Un gran legado. A súa poesía, xa a lin en portugués e paréceme espléndida.
Hoxe ando cun libro, Canto libre del Orfeo rebelde (Edhasa, na edición de João Terra. 1998), no que se recollen aforismos tirados das súas obras e forman un conxunto fenomenal do seu espírito como home, apegado á Madre Terra, que escribe cunha prosa algo áspera pero dunha precisión léxica envexable.
Miguel Torga
E con este libro achégome a Pessoa. Supoño que lle agradará escoitar a palabra dun paisano da categoría de Torga.
Como ocorre decote, Pessoa sementa en min unha chea de dúbidas. Mais como ao remate do meu achegamento atopo no seu rostro unha expresión de certa serenidade, non dou importancia ao recibimento frío con que me agasalla.
Limítome a ler e de esguello para observar os seus xestos.
E así comecei, poñendo no ar as palabras do meu amado Miguel Torga.

1.     Certezas tengo pocas o ninguna. A lo sumo creo que la vida es un absurdo maravilloso y la muerte un escándalo inexorable.



2.     No acostumbrarse nunca a la vida. Vivirla hasta el momento final con el alma en un hilo. Siempre por primera vez, con la misma apetencia, el mismo espanto, la misma aflicción. Olvidar en cada puesta del sol el día pasado. Saborear los frutos de lo cotidiano sin tener ya su gusto en la memoria. Nacer todas las mañanas.


3.     Era joven y los jóvenes merecen que los adultos no les anticipen las amarguras. La vida se encargará de enseñarles que toda experiencia es una cicatriz donde la herida sigue doliendo.

4.     No creo en ninguna eternidad, pero creo en lo cotidiano concreto como si fuese una eternidad diaria.


5.     Pasé las horas libres de la mañana mirando cómo abatían un chopo delante de mi ventana.
¡Qué dignidad la de aquella muerte! Mientras pudo, aguantó los hachazos, sin estremecerse, aplomado como una pura conciencia; cuando el filo del hacha le tocó el cerne, de una sola vez, sin doblarse, se cayó.

Retrato de H. Mourato

6.     Negar a Dios. Muy bien.
Pero que no sea para divinizar
sucedáneos más absurdos que él.


7.     Intentar ser libre a toda costa. No para conseguirlo, sino para saber hasta dónde seríamos capaces de llegar si lo fuéramos.

8.     El hombre que no se rebela no crea. Tira del carro de la rutina.


9.     He nacido así, testarudo. No puedo aceptarme como un mero juguete de las circunstancias. Aunque sé cuánto pueden y lo inexorables que son, me niego a legitimar las fuerzas que me destruyen.

10.  La única manera de ser libre ante el poder es tener la dignidad de no servirlo.


11.  ¡Qué bello es tener un amigo! Fraterno abrazo afirmando que por encima de las ideas están los hombres.

12.  ¿Qué más podía haber hecho? ¿Ser otro? ¿Cambiar de facciones y hechura? ¿Doblarme a las leyes de la razón práctica? ¿Entrar en el coro de los incensarios del poder? No lo he querido y no me arrepiento de no haberlo hecho… Somos una cadena de obstinados solitarios incómodos, desconocidos unos de otros, corredores de una maratón que no tiene punto de salida, ni meta.

 
Miguel Torga
Vou  rematando. Percibo un medio sorriso na faciana de Pessoa. Intenta dismulala cando o miro para coñecer a súa reacción. Pásolle a man polo ombro, érgome e sigo lendo estes aforismos que me conmoven.
          Libre no soy, porque ni siquiera la vida me lo consiente…