Paco Abril
Sobre Reflexiones de bebés anónimos, de Paco Abril
Sé
de Paco Abril desde hace ya muchos
años. Siempre lo he admirado por su manera tan personal de ver el mundo y la
literatura. Paco es un hombre exigente con lo que le rodea, con lo que se hace,
con lo que se dice, pero también con lo que, pese a su sabiduría, crea y
reflexiona él.
Tengo en mis manos este libro tan
necesario como hermoso.
Reflexiones
de bebés anónimos
– que así se llama – es un delicioso conjunto de piezas literarias, de joyas de
ficción que te conmueven y sorprenden desde el principio.
Hace algún tiempo recibía en mi correo
electrónico estos relatos que se publicaban en prensa. Paco me los enviaba
puntualmente y yo gozaba lo indecible con cada uno de ellos. Cuando leía el
cuento que me mandaba, ya estaba deseando leer el siguiente y cruzaba los dedos
para que no se olvidara de regalarme el que iba a escribir a continuación..
Paco
no se olvidó jamás para mi satisfacción de leer y de gozar de unas lecturas
originales, imaginativas, todas ellas llenas de amor a eses seres humanos,
pequeños que no idiotas; niños y niñas pero no pequeños adultos; personas en
formación cansadas de no tener derechos como tales.
Sentí, desde el primer momento, que me
encontraba en el mismo mundo que esos bebés de entre un año y casi tres
respiraban. Su manera de hablar me pareció tan cercana, que llegué a sentir el
efecto de lo inmediato y de lo cotidiano.
En
estas piezas maravillosas se hace patente la enorme experiencia de Paco Abril
en su faceta de ensayista, de contador de cuentos, de poeta, de persona abierta
a una realidad que no le gustaba demasiado.
A través de la ficción, pone el dedo en la
llaga para que los adultos seamos conscientes de que hay que tratar, de mirar,
de dirigirnos a ellos de una manera diferente a como lo hacemos en general.
Dejar de infantilizarlos, de sobreprotegerlos, de robarles ciertos sueños con
un afán – equivocado – de pensar más de la cuenta por ellos por su propio
bien. Y que tengamos presentes, también, que la mirada de un niño aporta,
muchas veces, mucha claridad en el día a día.
Ahora sigo teniendo Reflexiones de
bebés anónimos en mis manos. Vuelvo a leer, ya como libro, estas piezas
literarias y, sin duda, me encuentro más a gusto en el mundo. Lo comprendo
mejor porque oigo a estos bebés y siento que los escucho. Que aprendo a saber
escuchar (algo que no es fácil). Hasta me siento menos vulnerable como
ser humano. Y capaz, además, de hacerlos más visibles que nunca y lo dice una
persona que los ha hecho visibles una y otra vez a través de la docencia y de
mi obra literaria.
Y ya termino.
Gracias, Paco, por este libro, por tus
lecturas, por tu creatividad infinita, por todo lo que llevas hecho a lo largo
de tu vida para que la infancia tenga siempre una presencia importante en sí misma,
en una sociedad que la ha minusvalorado con demasiada frecuencia.
Y te dejo mi cariño perpetuo,mientras leo a
Laura que, con sus 19 meses, constata a diario que los adultos somos muy
difíciles de entender.
A ver si consigo ayudarla en su esfuerzo
por descifrar nuestros extraños comportamientos.
Antonio García Teijeiro