viernes, 26 de septiembre de 2008

Cuatro poemas de Todo es soñar

En su poemario para niños Todo es soñar (Brosquil, 2006), Antonio García Teijeiro nos ofrece un acercamiento poético al motivo literario del sueño desde su personal concepción rítmica de la poesía infantil. Hemos seleccionado cuatro de los poemas más representativos de dicha colección.



Por el Mar de las Antillas
anda un barco de papel.
NICOLÁS GUILLÉN


Anda un barco de papel
por el mar de tu sonrisa.
Con tus olas coquetea
y se esconde de la brisa.

Y navega por tus labios
y se pierde entre las islas,
por las islas de tu boca,
tan risueñas, tan bonitas.

Anda un barco de papel
por el mar de tu sonrisa.
Es un barco soñador.
Es un barco de caricias.



Mueve el viento la cuna
en el mar del silencio
y las olas, cansadas,
nunca llegan a tiempo
de cantarle una nana
a ese niño tan serio
que se duerme temblando
con el frío del miedo.
Y la cuna se mueve
¿está el niño despierto?
No, sus ojos nos dicen
que las nubes del cielo
le pintaron de cal
su carita de sueño.
Mueve el viento la cuna
en el mar del silencio.
Duerme el niño tranquilo
en la barca sin remos.



Muy negros sus ojos.
Muy rojo el vestido.
La tarde en silencio
se muere de frío.

Se muere de frío.
Se muere de pena.
La tarde callada
nos canta serena.

Nos canta serena
que un día de enero
un sol muy cansado
se quitó el sombrero.

Se quitó el sombrero
sin decirle nada.
La dejó sin sueños
triste y olvidada.

Triste y olvidada
sin la luz del sol,
con los labios secos
y sin su calor.

Negros son sus ojos.
Muy rojo, el vestido.
La tarde despacio
se muere de frío.



Los últimos siete poemas de Todo es soñar, agrupados bajo el encabezamiento "Golpe a golpe, verso a verso", suponen un homenaje poético a Antonio Machado con composiciones escritas a partir de versos del poeta sevillano. Descrito por Antonio García Teijeiro como un hombre "que fue, en el buen sentido de la palabra, bueno", Antonio Machado ha sido siempre uno de los escritores que más han influido en la poesía del autor vigués. Incluimos aquí el quinto poema de esta última sección del libro.

La tarde caía
triste y polvorienta

y un niño soñaba
con globos de menta.
Un sueño infantil
sembrado de estrellas,
un sueño soñado,
un sueño de fiesta.
La tarde caía
detrás de la sierra
y el niño soñaba
con lirios y abejas.
La tarde caía
despacio en la hierba
y el niño soñaba
un sueño violeta.
Y la tarde quiso
guardar su tristeza.
El niño soñaba
sueños de poeta.