lunes, 14 de enero de 2019

UN PUNTO DE VISTA PARA VALORAR E AMAR A POESÍA


A poesía, ben se sabe, é para min unha paixón. Compro poesía, leo poesía, animo a ler poesía, descubro poetas, contaxio poesía, escribo sobre poesía, en definitiva, vivo en poesía.

     
     Afirmo, como Teresa Guedes, que a poesía non se ensina: fíltrase. Que ten que haber mediadores (case sempre, mediadoras) que contaxien, que seduzan, que amosen camiños aos nenos e nenas.
     
     Que nese achegamento á rapazada está a chave para que a poesía deixe de ser tan minoritaria como é agora. Proclamo que os rapaces e rapazas non poden pasar os primeiros anos da súa formación de costas ao feito poético. Que a poesía debe presentárselles en voz alta, con ilusión. Que hai que facelos entrar no mundo do verso aproveitando a súa curiosidade con versos variados, ben construídos,poemas que non os infantilicen e animándoos a cantar cancións tradicionais e poemas postos en música.

    

     
     Estou con Gabriel Janer Manila que a escola non pode pretender facer poetas, pero si persoas que amen a poesía,que a coñezan e que a valoren polo que achega.
     
     Porque a poesía pode cambiar comportamentos. Dou fe diso. Porque nos anima a facer preguntas, a coñecer e a entender mellor en que mundo vivimos, a reflexionar e a saber un pouco máis quen somos, a cultivar a sensibilidade, a reflexionar e a fortalecer a nosa personalidade.

     

     
     Temos que ser conscientes de que a poesía GUSTA AOS NENOS E NENAS se se lles presenta dende a paixón e a honestidade. Non merecen, de ningún xeito, que se lles transmitan os nosos prexuízos e medos. Temos que invertir a tendencia, axudalos a gozar cos versos e axiña comprenderán o tesouro que conteñen as palabras utilizadas cun ton poético. Os adultos teñen que perderlle o medo ou a indiferencia que lles provoca. Unha boa maneira é ler poemarios para achegárllelos aos pequechos.

     


     Non podemos consentir que non se prescriban poemarios nos centros, que os pais e nais non lles lean poemas aos seus fillos/as, que se menosprece o discurso poético como algo menor, que non haxa poemas nas bibliotecas das aulas e dos centros.
     

     Tampouco podemos consentir que a poesía sexa algo residual nas clases, unha desculpa para encher ocos mortos, para achegérllela dun modo mecánico. Porque a poesía é emoción. Porque sacode por dentro. Porque moviliza sentimentos, demasiado tempo durmidos. Porque provoca pracer. Porque arela pegarse á pel e rematar no corazón de quen a le.E, non o esquezamos, porque pode ser divertida, lúdica, fresca, sólida se cumprimos coa nosa obriga: procurar poemarios de calidade que non infantilicen e falten ao respecto ao pequeño lectorado.


     Hoxe en día xa non quedan desculpas. Hai, na Galicia nosa, unha poesía variada e de calidade. Hai persoas, homes e mulleres con talento, que escriben poemarios de enorme calidade. Fóra desculpas. Fóra prexuízos. Poñamos en valor a poesía  e ollemos cara ao mundo sen complexos, sabendo onde estamos, que buscamos e que pretendemos. Veremos a realidade con máis claridade e descubriremos moitos ollos que buscan a luz preto ou lonxe de nós, tal como di este poema do meu Paseniño, paseniño.
     


     Eu seguirei utilizando todos os medios posibles ao meu alcance para falar de poesía en todos os foros posibles, en cada recuncho, en baixo e en voz alta para que me entendan. Levo aí ben anos e non penso claudicar. Todo este mes (e outros moitos) foron dunha dedicación poética de enorme magnitude. Canso, si, pero feliz.

      Estes son os ollos que podemos descubrir se lemos poesía:


Hai moitos ollos no mundo,
ollos ledos e baleiros,
pequerrechos, preguiceiros,
ollos tristes e profundos.

Ollos ollando os abrentes,
ollos con olladas frías,
ollos de noites e días,
olladas de ollos doentes.

Ollos claros e marróns,
azuis, negros, verde escuro,
ollos que baten nos muros,
ollos-corisco e limón.

Ollos das pombas feridas,
ollos limpos, meiguiceiros,
ollos que aluman carreiros,
ollos de olladas perdidas.

Hai moitos ollos na terra,
ollos ollando as olladas
doutros ollos e as moradas
de tantos ollos que berran.


Ilustracións de Marcos Viso


             
                                                                                                                             
Para completar todo isto vou poñer aquí o meu Decálogo á hora de escribir poemas para a infancia e

a mocidade. É un texto que me solicitou o grande amigo e grande escritor Jordi Sierra i Fabra para o

número de xaneiro da revista dixital da Fundación Sierra i Fabra, La Página escrita. Dez razóns que

quero compartir cos lectores de Versos e aloumiños para salientar o agarimo e mais o respecto que os

lectores e lectoras da LIX merecen.





         
                                                                                                                                   






                   Escribir para niños y niñas no es nada fácil. Escribir poesía, mucho menos.
     Los niños y las niñas no son tontos. Son seres en formación pero con una agudeza insospechada para quienes no conozcan el complejo universo infantil (y juvenil).
     De ahí que lo que escribimos pensando en ellos/as ha de ser lo mejor y creado desde el respeto y el cariño por ellos.
     Llevo muchos años escribiendo poesía infantojuvenil y no dejo de exigirme cada vez más.
     Así que voy a compartir un DECÁLOGO con todos ustedes sobre aquellos puntos que me ayudaron a perfilar mi  obra.

1.     Se necesita un conocimiento amplio de la literatura de tradición oral. Por ahí deben ir encaminadas las lecturas primeras de quien escriba poesía infantil. La poesía popular es fresca, juguetona, irónica, musical, llena de versos que sacuden, que retan y proponen al lector. Una literatura llena de propuestas originales.

2.     Cuidar el lenguaje es fundamental si de escribir poesía se trata. Emplearemos palabras sonoras, palabras cuidadas que enriquezcan al lectorado. Construiremos con sentido todo el entramado poético midiendo el alcance de ese lenguaje que será sencillo (no simple) lúdico, humorístico, profundo, fresco…según el discurso poético que propongamos.

3.     Contaremos una historia en un poema, provocaremos sensaciones a través de la naturaleza, del ser humano, de las pequeñas cosas. Crearemos imágenes bellas, sugerentes, que provoquen el interés de los lectores/as educándolos en la sensibilidad sin que se note. La emoción será un elemento indispensable de los versos para que se cree un clima de sensaciones profundas que los envuelvan.

4.     Quien escriba poesía para los niños ha de andar por la vida con los ojos muy abiertos, los oídos muy atentos y el corazón permeable a todo aquello que pueda ser poetizado. Todo puede serlo si estamos convencidos de ello. El amor, la naturaleza, la mirada de un niño, la guerra, la injusticia, una caricia, un llanto, un gato en un tejado…temas universales que no pueden ni deben ser tabú cuando piensas en la poesía infantojuvenil.

5.     No debemos ignorar las estructuras poéticas de tantos y tantas poetas que, a lo largo de la historia, han escrito poesía. Este será un caudal más de creación. No hay nada que inventar. Todo está ya utilizado. Nuestro camino como escritor/a es saber ver aquello que se dice, lo que no se dice, cómo se dice y buscar los elementos que nos permitan ser auténticos. Cuanto más bagaje poético poseamos, mejor a la hora de escribir. Y eso es algo que se nota.

6.     Utilización de la rima. No me cabe la menor duda de que, en las primeras edades, la rima resulta necesaria. Engancha y se convierte en algo lúdico que permite expansionar el ingenio. Da ritmo y musicalidad. Pero hemos de ser conscientes de que no todo lo que rima es poesía. Si falta vocación literaria, rimar por rimar puede ser algo hueco. Con el tiempo comprenderán que la poesía sin rima, si está bien construida, es otra manera de concebir el hecho poético.

7.     Yo comienzo a escribir en mi cabeza. Y tomo notas en un cuaderno de aquellas cosas que me empujan a poetizar: un verso de un poema que leo, una frase, una canción y cualquier detalle o hecho, por mínimo que sea, que me encuentro en mi día a día al salir de casa. Es ahí cuando me esfuerzo en darle categoría poética a todo lo que me emociona. Y, con conciencia plena, escribo el autor del verso del que salió mi poema como homenaje y para abrir el abanico poético del lector. Referencias necesarias.

8.     Tras muchas vueltas y más vueltas, comienzo a darle forma al proyecto. Pongo música, tomo lápiz (o bolígrafo)  y un papel y comienzo a escribir el poema. Si el poemario que concebí es temático (vientos, mar, luna, Bob Dylan…) enfoco el trabajo hacia el tema escogido, pero ¡ojo! nunca hago un catálogo de objetos o seres de dicho tema, sino que intento crear un todo alrededor del objetivo marcado. De ahí que nunca pongo títulos a mis poemas. Todos ellos están al servicio de un asunto perfectamente reflexionado, un árbol con distintas ramas independientes pero unidas al tronco común.

9.     Me gusta que la poesía suene bien en voz alta. Creo que los niños y jóvenes han de acostumbrarse a decir poemas en alto. Atraen la atención propia y la de los demás, conmueven, contagian y congregan las emociones alrededor de la palabra poética y eso es algo muy recomendable. Y que, con el tiempo, aprendan a leer en silencio los poemas. Es un camino que el lector o lectora irá haciendo sin prisa y que madurará en su interior. El ritmo en los versos es fundamental. Medidas exactas, pausas adecuadas, entre otras cosas, producen un ritmo interno y externo envidiables.

1                        El poeta ha de conseguir que en sus libros haya poemas que precisen de una relectura. Poemas que intimiden, sacudan. Poemas abiertos que descubran matices en una segunda lectura. Que permitan al lectorado disfrutar pero también pensar, reflexionar. No me gustan los poemas planos. Y pongo en valor la musicalidad –una de las características de mis poemas-que no solo se encuentra en la rima. Me encantan los versos octosílabos. Dan mucho juego pero busco, también, estrofas variadas, más o menos complejas con versos de distintas medidas. Me encanta jugar con las palabras, inventar vocablos y crear poemas sin rima. Procuro que todo ello tenga cabida en el poemario. Y lo tiño de emoción. La emoción, para mí, es algo fundamental.

Mantengo que la poesía sin emoción es menos (o no es, incluso) poesía.


        ANTONIO GARCÍA TEIJEIRO para “La Página Escrita”. 2018
                                                                                                                      




                                                                                                                                        ANTONIO GARCÍA TEIJEIRO











 ANTONIO  GARCÍA  TEIJEIRO