viernes, 13 de febrero de 2015

JAVIER GOLVANO ACHÉGANOS A FIGURA E A OBRA DE PABLO SOROZÁBAL

Javier Golvano


Volve Javier Golvano. E faino para poñer o dedo sobre un compositor que merece recoñecemento máis alá do xénero que cultivou: a zarzuela, aínda que non unicamente. Referímonos a Pablo Sorozábal (Donosti, 1897- Madrid, 1988).
          
Pablo Sorozábal
Porque Sorozábal, republicano e de esquerdas, é un gran descoñecido na actualidade. Un home que morreu sen ver representada a que pensaba que era a súa mellor obra: a ópera Juan José. Una obra que foi representada en 2009 no Kursaal, en Donosti en versión concerto.
      
     Non é doado convencer a Javier Golvano de que escriba para Versos e aloumiños os seus magníficos, divulgativos artigos musicais. Temos que andarlle enriba, atacalo por varias frontes e, como persoa xenerosa que é, remata aceptando. Afirma que só escribe daqueles que controla dabondo. Non quere copias de aquí, de alá, cortar, pegar e facer un escrito sen alma.
      
     Loable este espírito, pero os que o coñecemos sabemos da súa sabedoría musical e da prosa próxima, irónica e limpa coa que artella os seus escritos.
      
     Así que, unha vez máis e con moito esforzo pola nosa banda, Javier Golvano asoma a súa cabeza no nosa blog-revista.
      
     Só nos queda comezar, deseguido, a convencelo para que vaia pensando na súa seguinte colaboración.
      
     Grazas, Javier.




PABLO SOROZABAL O EL ADIÓS A LA ZARZUELA



     Pablo Sorozábal comentó más de un vez que él había vivido toda su vida a costa de tres mujeres, así que si yo les preguntara a qué piensan ustedes que se dedicaba, después de pensarlo tal vez un poco, su respuesta sería ésa que justamente les ha venido inmediatamente a la cabeza, y ciertamente no sería en ningún sentido una respuesta correcta. Tirando algo del hilo tal vez a ustedes les diera por pensar en lo que la dama de la alta sociedad le comentó con muy mala idea a otra de su misma clase: “Señora, su hijo con la excusa de dedicarse al lenocinio, practica el contrabando”. Pero no, tampoco habría que considerar en el caso de Sorozábal la dedicación al contrabando a pesar de ser oriundo de una zona muy cercana a la frontera hispano-francesa.
"Katiuska"
   
     Él se dedicó a una profesión todavía más rara entre la gente común: fue compositor de zarzuelas, el último gran compositor de este género que tuvo su época de esplendor de mediados del siglo XIX, cuando Barbieri, Gaztambide y otros más, como reacción al desarrollo de la ópera seria, especialmente la italiana, un desarrollo alentado por la aristocracia y las clases más altas y minoritarias de la sociedad, dieron en componer otra música teatral diferente inspirada en lo que muchos de ellos conocían se estaba haciendo en otras grandes ciudades europeas: las operetas vienesas, las óperas cómicas francesas, etc., pues muchos de ellos, en contra de ese  casticismo que supuestamente envolvería al género y su ambiente, eran gente cosmopolita y conocedora de lo que se hacía en otras partes, además de ser algunos excelentes compositores con una seria formación musical.

Una escena de "La del manojo de rosas".

     Estos compositores estaban convencidos, y la realidad superó sus expectativas, de que esa nueva música, ese nuevo género, encontraría eco entre la población y, de hecho, se convertiría andando el tiempo en el divertimento mayor de toda la sociedad durante casi un siglo, hasta pasada la guerra civil cuando, en una sociedad muy distinta, la competencia con el cine y las novedades del siglo XX acabaron con él.


     Del mismo modo que no hacía falta ser vienés para descubrir el encanto del vals, ni francés para deleitarse con la opereta francesa o italiano para apreciar las óperas bufas, también los extranjeros disfrutaron de la zarzuela cuando se dejaron caer por aquí. Ese fue el caso de Offenbach- cosa no muy rara pues componía también en registro similar- o el de Richard Strauss que, cultivador de la ópera seria, nos podría extrañar algo más.


Jerónimo Giménez:
La boda de Luis Alonso:




     Pero no solo en los viajes de foráneos por  España, también en el extranjero encontraba la zarzuela ecos que sorprenderían a nuestros prejuicios. Lean si no -y perdonen la extensión de la cita- lo que un espectador de “La Gran Vía” en Turín le indicaba por carta a un amigo el 16 de Diciembre de 1888:

“Una importante ampliación del concepto opereta, la opereta española. He oído dos veces “La Gran Vía” una calle principal de Madrid. Algo que no es en absoluto susceptible de importación. Para ello hay que ser un granuja y un terrible individuo de instinto, y además “solemne”. Un terceto de tres solemnes gigantescos canallas, es lo más fuerte que he oído y visto, incluso como música: genial, imposible de clasificar. Como ahora estoy muy enterado de Rossini, de quien conozco ya ocho óperas, he tomado para compararla “La Cenerentola”: es mil veces demasiado bondadosa en relación con esos españoles. El argumento mismo sólo puede concebirlo un granuja redomado, mil cosas que causan el efecto de juegos de manos, tan repentinamente aparece “la canaille”. Cuatro o cinco números de música que hay que oír…”.
Friedrich Nietzsche


     Este espectador que se expresaba de tal modo por carta a su amigo no era otro que Friedrich Nietzsche, teutón, intelectual y lo que ustedes quieran, pero  está claro en su carta que le ha pillado “ el punto” a “La Gran Vía” y que además le ha gustado.


CHUECA Y VALVERDE:
GRAN VÍA:
Jota de los Ratas:
(Zorí, Santos, Codeso)-Rafael Frühbeck de Burgos



     Bueno, pues de este género popular, cuyas mejores obras fueron apreciadas y disfrutadas por todo tipo de paladares, sería Pablo Sorozábal uno de sus últimos representantes y hasta por edad podríamos darlo por el último de los mejores y de más éxito antes de la Guerra Civil.
Pablo Sorozábal con Ana Higueras en Vigo.


     Pablo Sorozábal, este “euskaldun” bronco y tierno a la vez, en palabras de Andrés Ruiz Tarazona, nació el 18 de Septiembre de 1897 en San Sebastián - aunque a él siempre le gustaron más para su ciudad, y le parecían más bellos y mejores, los nombre de Easo y Donosti – en el seno de una familia humilde, de antepasados campesinos y baserritarras en un ambiente que en principio no parece que fuera muy propicio para el cultivo de la música. De hecho su acercamiento a ella fue peculiar y el mismo nos cuenta en “Mi vida y obra” como un día en que con su hermano y algunos amigos hacían “chikarra”, novillos en vez de ir a la escuela, vieron frente a la Academia de Bellas Artes un compacto grupo de “tirillas” – lo que hoy traduciríamos por “niños bien” o “pijos”- que a su pregunta de qué hacían allí contestaron que matricularse de solfeo. La siguiente pregunta de los golfos de clase humilde fue que cuánto costaba eso, y como la respuesta fue que era “de balde”, allá que se fueron todos a matricularse pensando que era algo así como una vacuna hasta que alguien les aclaró que el solfeo era para aprender música.


     El único de la pandilla que acabaría yendo a las clases sería nuestro protagonista y eso le llevaría a dedicarse a la música y a vivir de ella en lugar de haber sido toda su vida un obrero como hubiera sido lo previsible.
Orfeón Donostiarra

     El estudio del solfeo lo llevó  a ingresar en el Orfeón Donostiarra y con posterioridad al estudio del violín que no se le debía de dar mal y le permitió empezar a ganarse la vida tocándolo en cines, teatros, etc. hasta que consiguió entrar en la Orquesta del Casino de San Sebastián lo que le permitió codearse durante los veranos, en los que la ciudad se convertía en la  residencia Real, con los mejores músicos de Madrid formando parte de una orquesta sinfónica que dirigía el Maestro Arbós. De ese modo conoció  gran parte del repertorio clásico y bastante música más moderna.


     Estuvo en la orquesta  cinco años, de 1914 a 1919 cuando al final del verano se trasladó a Madrid para incorporarse a la Orquesta Filarmónica y también con idea de darse a conocer como compositor.  Andaba por entonces en la composición de un cuarteto  y de un “Capricho Español” entre otras cosas.


     La vida en Madrid no era fácil pues con lo que cobraba en la Filarmónica no le daba para vivir por lo que tuvo que tocar de nuevo en cafés y lugares similares. De todos modos le permitió conocer una vida musical mejor y acceder a cosas impensables en San Sebastián. Conocería por entonces los escritos musicales de Schumann recién publicados en castellano y fantasearía  con la vida musical de Leipzig que en ellos se describía, con Mendelssohn dirigiendo la Orq. de la Gewandhaus  y Schumann ejerciendo la crítica musical en la ciudad sajona.


     Con el paso del tiempo las no muy buenas perspectivas de trabajo en Madrid le obligaron a volver en 1920 a San Sebastián donde al año siguiente optaría a una beca del Ayuntamiento de 1500 pesetas para estudiar en el extranjero. Conseguida  dicha beca  su agrado por lo que se comentaba en los  escritos de Schumann así como la inflación en Alemania le acabaron por convencer y decidió irse  a Leipzig.

Una vista de Leipzig

     La situación en Alemania le permitió vivir los primeros tiempos en Leipzig como un potentado. Recibiría clases particulares del director del conservatorio de la ciudad y profesor de composición y contrapunto del mismo y seguiría con el estudio del violín. Cuenta el propio Sorozábal, y el hecho nos da una idea bastante clara de la situación en Alemania y de la suya como “potentado” en esa época, cómo pudo pagarse un concierto para dirigir a una orquesta sinfónica de la ciudad. Vamos que se la alquiló como aquel que dice para él solo, y con no malos resultados. La crítica del concierto en la prensa le hizo pensar que tal vez pudiera dedicarse a la dirección de orquesta, que acabaría siendo su otro oficio en la vida, aparte del de  compositor.

Arnold Schoenberg

      Pasó también en aquellos años por el conservatorio de Berlín donde por entonces se encontraba dando clase Schoenberg cuyas composiciones no le gustaron y su “pretendida atonalidad” le pareció un experimento de laboratorio, un snobismo muy cerebral. Sorozábal estaba muy lejos de esos modos de composición pues según él: “ si el arte no tiene calor humano no es arte”.


     Compone por entonces una Suite Vasca y comienza, entre otras piezas, unas Variaciones Sinfónicas sobre un motivo vasco. Dirige también algún concierto más pero ve cambiar radicalmente su situación cuando en 1923 el gobierno alemán afronta la inflación implantando el “marco renta” con una paridad que, en sus propias palabras, le hace pasar de la opulencia a la miseria. Tiene que dejar sus lecciones y volverse a ganar la vida. Durante esos años en los veranos vuelve a San Sebastián y hace allí también su presentación como director dando además a conocer algunas de sus obras para orquesta.


     Así estaría hasta 1927 cuando se ve ya sin beca, tiene que volver de Alemania y, cobrando poco por sus derechos de autor –necesidad obliga-, dará un cambio radical en su vida de compositor aunque en ese momento el no fuera consciente de lo que este cambio significaría.

Jesús Guridi
     Enterado por aquella época de que a Jesús Guridi la zarzuela “El caserío” le producía muchos derechos de autor, Sorozábal aprovecha una estancia en Madrid con motivo de un concierto para que Alfonso Peña, hijo del presidente del Orfeón Donostiarra, y amigo suyo al que había expuesto su proyecto de escribir algo para el teatro, le ponga en contacto con Emilio González del Castillo y Manuel Marti Alonso, ambos autores de teatro – y de oficio “serio” interventores del estado en ferrocarriles - , de cuyas conversaciones  con ellos sale la idea de escribir la zarzuela “Katiuska”.


     Esta zarzuela estrenada en Barcelona en 1931 sería su primer gran éxito. Por cierto que algún “enterado” se adelantó a registrar este nombre y la obra tuvo que anunciarse “Katiuska, la mujer rusa”,  además en Barcelona, en su estreno en El Paralelo y pensando en atraer a más gente de ese barrio popular en una situación política como aquella, acabaría estrenándose con el título de “Katiuska o la Rusia roja”.



     Cuando esta obra se estrenó en Madrid el autor conoció a la que sería su mujer, la cantante Enriqueta Serrano que encarnaría en ella el papel de Olga. Se casarían al año siguiente en Barcelona.

Enriqueta Serrano

     Por aquellas fechas cae en sus manos casualmente una pequeña comedia de Pío Baroja “Adiós a la bohemia” y convencido de que podría sacarse de ella una obra musical se dirigió a D. Pío para que le autorizase a poner música a su obra, permiso que este último le concedería. P. Sorozábal pretendía lograr algo distinto con esa obra, algo que rompiese moldes, una auténtica revolución pero con raíces en el mejor teatro lírico, el género chico. De vuelta a Leipzig trabajaría en ella así como en una nueva opereta “La isla de las perlas”, obra esta última que no acabaría de cuajar.
Pío Baroja

     “Adiós a la bohemia”, su mejor obra según el autor, se estrenaría en Madrid en las Navidades de 1933 y pasó sin pena ni gloria, lo que le llevó a corregir parte de la obra y a añadir alguna otra escena para lo que solicitó a D. Pío Baroja su colaboración en la reelaboración del libreto. En cualquier caso sería una obra que no marcharía nunca bien en taquilla. Cuando por alguna circunstancia se reponía o acompañaba en temporada a alguna otra zarzuela, la propia Enriqueta Serrano, su mujer, solía referirse a ella cómo  “adiós a la taquilla”.
Emilio Sagi Barba

     Las cosas cambiarían en 1934 con su siguiente obra. Un ofrecimiento del barítono Emilio Sagi Barba, en labores de empresario por esas fechas, le permitió poner música a un libreto de Carreño y Ramos de Castro con anterioridad ofrecido a Moreno Torroba y rechazado por éste. Tras modificarlo notablemente y convertirlo en un sainete para cantar no al Madrid clásico – adiós al Madrid de “Adiós a la bohemia”- sino al Madrid de ese momento, al más actual, acometió la composición de la música.

fox-trot “si sales a Rosales”: (Enriqueta Serrano)



     En sus propias palabras: “ Me propuse hacer una música sencilla, espontánea, garbosa, que tuviera salero y sentimiento, con sabor popular pero no folklórico ni populachero y que dentro de su sencillez los entendidos en música encontrasen huellas de modernidad en ella hasta pensar incluso en Stravinsky”.


romanza de ascensión(lorengar): no corté más que una rosa



     “La del manojo de rosas”, pues ese fue su título, sería estrenada en Noviembre de 1934 y a pesar de hacerlo en un martes y 13 se convertiría en un gran éxito. En su vejez el autor recordaría que no había habido mes de su vida en que esta zarzuela no le rindiera derechos de autor.


Tras otras obras y proyectos en 1935, Federico Romero y Guillemo F. Shaw habían preparado un libreto de ambiente marinero, que ofrecido primeramente a Guridi fue rehusado por éste al estar ocupado en otras tareas. Esta negativa de Guridi  llevó a los libretistas a proponérselo  a Sorozábal y éste, tras solicitar algunos cambios y supresiones, se comprometió a escribir la música. Nacería así “La tabernera del puerto” que estrenada en Barcelona el sábado de gloria de 1936 en el teatro Tívoli sería un gran éxito para todos. La Guerra Civil impediría su estreno en Madrid en el Teatro de la Zarzuela hasta después del fin de la misma.

despierta negro –  romanza de Simpson-victor de narke:



     La Guerra Civil le sorprendió a Pablo Sorozábal en Madrid donde tras el fallecimiento del anterior director se había hecho cargo de la Banda Municipal y era además en esos momentos, a propuesta del maestro Arbós, cotitular de la Orquesta Sinfónica. Sorozábal siendo como era republicano y de izquierdas y a pesar de no estar de acuerdo con “el pandemónium organizativo” en el que en ciertos aspectos se convirtió la capital según su punto de vista – era hombre sin pelos en la lengua incluso para sus correligionarios -, colaboraría con el régimen republicano quedándose en Madrid, a partir de 1937 incluso sin su familia que sería enviada a Valencia,  y haciendo giras por el Levante, Cataluña y otras zonas en poder de la República colaborando en la propaganda y recabando fondos para la misma.
Busto de Pablo Sorozábal en Madrid.

     En aquellos tiempos también tuvo de tiempo de interceder, y tal vez de salvarle la vida, a favor de algún colega de ideología opuesta que según nuestro autor no le pagaría con la misma moneda en tiempos de Franco, tiempos éstos últimos difíciles para él por su fama de “rojo republicano” y en los que fue depurado, por utilizar la palabra del régimen franquista.

Una escena de "La tabernera del puerto".

     Terminada la guerra civil su situación sería precaria en muchos sentidos y se le pusieron todo tipo de trabas a la hora de trabajar y poner en marcha proyectos que aliviaran su situación económica, de hecho se le prohibió el dirigir la orquesta en el estreno de “La tabernera del puerto” en Madrid, estreno en la capital que como hemos comentado con anterioridad, no había sido posible a causa de la Guerra Civil e incluso tuvo que sufrir el escándalo que le montaron elementos fascistas del régimen con objeto de boicotear la citada zarzuela, cosa que evidentemente no consiguieron pues la tabernera se convertiría en un gran éxito popular, en el último gran éxito de nuestro autor.


     Su siguiente obra importante sería “Black, el payaso”, una de sus mejores partituras según el autor y que sería estrenada en Barcelona y Madrid a principios de los años cuarenta. Como curiosidad, en el reparto madrileño de esta obra estaba Pepita Embil, la madre de Plácido Domingo que ha sido siempre un magnífico embajador e intérprete de la zarzuela española. Al año siguiente estrenaría Pablo Sorozábal “Don Manolito” que también sería un éxito de público pero que como la anterior citada fue boicoteada por el régimen en opinión de Solozábal.
Una escena de "Black, el payaso".


     Ya en 1945 estrenaría “La eterna canción” y en palabras del propio autor sería más un éxito artístico que comercial.


     A partir de ese mismo año Pablo Sorozábal se haría también cargo de la Orquesta Filarmónica de Madrid y aún compondría algunas cosas más pero para entonces la sociedad no era ya la misma y la zarzuela iría poco a poco languideciendo y con ella la carrera del compositor. Su última partitura teatral sería “Juan Jose” pero ya para entonces la competencia con otros entretenimientos de cada vez más éxito como el cine y con posterioridad la televisión sería ya muy desigual y en desventaja completa para la zarzuela.
     Volviendo de nuevo al principio para cerrar el bucle, y seguro que ya ustedes lo habrán adivinado, las tres grandes mujeres de las que vivió nuestro autor gran parte de su vida fueron: “Katiuska”, “La del manojo de rosas” y “La tabernera del puerto” y en esta última está una de sus más conocidas romanzas: “No puede ser, esa mujer es buena” que según Fernández Shaw estuvo inspirada en ,esta si de verdad la mujer de su vida, su esposa la cantante Enriqueta Serrano.