lunes, 24 de junio de 2019

ASÍ FALOU BEATRIZ GIMÉNEZ DE ORY EN FUENLABRADA SOBRE "Versos y/e viceversos" , de Antonio García Teijeiro e Juan Carlos Martín Ramos. "

Beatriz Giménez de Ory fala do poemario





A presentación na Feira do Libro de Fuenlabrada de Versos e/y viceversos  resultou un acto fermoso e entrañable.
     Palabras fermosas, recitados, imaxes do libro e marabillosas canciones compostas por Juan Carlos e Lurdes López e cantadas por esta última, acompañada polo poeta andaluz brillaron esa tarde.
    
     Beatriz Giménez de Ory, poeta moi prestixiosa, enxalzou o libro cun discurso magnífico que deixou engaiolado ao público asistente.
     
Beatriz Giménez de Ory

     Versos e aloumiños non podía ficar á marxe do texto e pediullo a Beatriz quen, tan xenerosa coma sempre, nolo facilitou sen dubidar.
   
      E, como paga moitísimo a pena, aquí están as súas palabras para que os seguidores/as deste blog-revista as poidades gozar.
     Grazas, Beatriz!








                                    VERSOS Y VICEVERSOS

                                                                 
                                                                                                   Beatriz Giménez de Ory

     
En Versos y viceversos afloran temas que aparecen también en las obras individuales  de sus dos autores: el mar, la luna, el diálogo con la naturaleza, la preocupación social, el viaje, la constatación de que la poesía es frágil y volátil, la infancia que nunca se abandonó.
El tema de la infancia tal vez sea el fundamental. En todos los poemas aparece  la mirada asombrada del niño Antonio, del niño Juan Carlos, deslumbrados  irremediablemente y para siempre por la belleza del mundo y tratando de expresarla en un idioma que le haga justicia: la poesía.


     Así, Antonio   sigue bañándose, a diario, en su mar de Vigo. ¿Qué se contarán, qué votos secretos renovarán cada mañana?  El mar es protagonista de gran parte de la producción poética de García Teijeiro: Versos de agua, o la trilogía En la cuna del  mar, Palabras do mar y Poemar o mar. Este último libro ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 2017.

  Juan Carlos, por su parte, sigue amando los títeres que fabricaba su abuela, y les ha dedicado varios poemarios como Mundinovi (premio Ciudad de Orihuela en 2015 y Premio Fundación Cuatrogatos en 2017) o  Muñeca de trapo y otros seres con cabeza y corazón (premio Luna de Aire de este mismo año).

Antonio y Juan Carlos son seres afortunados que se entienden con el mar y con los títeres. Como los niños, no quieren  salir del agua, ni quieren dejar  de lado a  sus muñecos.

 El primer verso de este poemario ya  contiene el mar:
 He soñado un nuevo mar
que une todas las orillas,
que no pregunta al borrarla
si la huella es tuya o mía.

¿De quién es la huella, de quién son los versos? ¿De Antonio o de Juan Carlos? Al mar no le importa. En estos versos está también presente un anhelo de hermandad entre los hombres. El poemario es alegre, pero  habla también de la injusticia y el sufrimiento, como cuando Antonio escribe:
Na area de prata
 había pisadas
e corpos dos homes
de exhaustas olladas,

 o denuncia:
A Terra durmida,
non quere espertar.
Está moi ferida.
 Non pode xirar”.

Ambos poetas desprecian las fronteras.  En sus viajes, reales o imaginados, se ocupan de otras cosas:

Si vas a un país
lejano
tráeme el sueño
de los niños
y el perfume
de sus cantos.

Decididamente, los dos poetas le escriben a la paz:

No voy a obedecer tus órdenes,
general.
No quiero ser valiente por algo

que no entiendo,
general.

Menos mal que la poesía es un territorio  inaccesible a las ansias de explotación y de conquista. Así, cuando:

Astronautas en barca
mar adentro soñaban
conquistar otra luna
reflejada en el agua

no lo  van a lograr.
No pudieron clavarle
su bandera bordada
ni manchar con sus huellas
el vaivén de su cara

La luna, en Versos y Viceversos,  es un símbolo de la poesía. Es, como ella, frágil, porque “Na lúa dormen espellos”. Si alguien rompe los espejos de la luna, se olvidan los cuentos que arropan por la noche, desaparecen los dragones en el cielo y las palabras del poeta.
Juan Carlos y Antonio dialogan con ella, la conocen bien. Prestan un oído atento a  las distintas voces de la naturaleza:

El murmullo del viento entre los árboles,
la música del agua
el profundo latido

del corazón del bosque.

Incluso le prestan su cuaderno de poetas “para que escriba quien tenga algo que contar” a la lluvia, que escribe con gotas de tinta invisible, o al viento, que pasa en silencio  las hojas, o a la misma primavera.

Pero el mar es siempre  su interlocutor preferido, pues
En la casa del poeta,
entra y sale y entra el mar
por debajo de la puerta.
Antonio García Teijeiro
Con el mar juegan:
El mar no está mojado.
Yo lo he puesto a secar
en el tejado.
El mar le regala a Juan Carlos una caracola:
Me la acerco al oído y oigo,
al dictado del mar,
mi propia historia.

El mar, infinitamente  más antiguo que el hombre, conoce todas las historias, la del poeta  y sus antecesores,  la de todos los hombres y todas las mujeres:
De modo que o “Vello mariñeiro, que oles a mar” ha visto “todo, todo /lo que pasa en el mundo”.
Basta mirar al mar para evocar la infancia:
Eu gardo no meu armario
mares cheos de piratas,
mares de veluda y seda
Juan Carlos Martín Ramos
que non se atopan nos mapas.

Guardo en un armario el mar,
olas ya deshilachadas,
guardo un castillo de arena
y, dentro, guardo mi infancia

Las hermosas ilustraciones de Juan Ramón Alonso, siempre azules, también están como sumergidas en el agua y  en la nostalgia, que deslíe los colores.


Igual que  los niños, que atesoran canicas o cromos coloridos de futbolistas, los dos poetas son coleccionistas de objetos bellos:
Y yo contaba, contaba.
No dejaba de contar.
Diez, veinte, treinta, hasta cien…
caracolas en el mar.

Coleccionan agujas y dedales, cometas de papel, relojes con sombrero, nieblas enamoradas, manos muy arrugadas… y huellas, miles de huellas. Las que dejaron otros y las que ellos mismos dejan, pues ambos se reconocen poetas trotamundos.

El poeta
trota
Juan Ramón Alonso
mundos
dice siempre
lo que siente
vive lejos
de sí mismo
y muy cerca de la gente.

A veces, para viajar, les basta con quedarse quietos. Les basta con abrir la mano y dejarla volar:
Que vuele mi mano,
que toque las nubes.

Porque el mejor de los viajes sea tal vez el que nos explica Antonio:
Si vas a un país
lejano
no me traigas
nada de esto.
Mejor dibuja un sendero
y me llevas
de la mano.

Este libro rezuma alegría. Armado de alegría,  dice el poeta:
Borro nubes
nubes negras.
Que se lleven
Belén Sáez introduce o acto.
las miserias

         Hay también  humor, como en:
Me ha llegado una carta
urgente, tan urgente
que ni pudo escribir
su nombre el remitente.

Pero hacia el final del libro  aparece el reloj, aparecen el tiempo y la nostalgia, y el poeta busca la llave (otra metáfora de la poesía) para abrir “la maleta que guarda/ todo lo que perdí”.
 
Lurdes López fascinou o público coma sempre
El poemario es un feliz encuentro entre tradición y modernidad, entre huellas antiguas y pisadas recientes.
En cuanto a la forma poética, hay un predominio del verso corto, en rimas asonantes muy bien moduladas, que es el verso de nuestra lírica tradicional, tanto en gallego como en castellano, y tan del gusto de los niños.
Pero se incluyen guiños surrealistas, como “la cremallera roja/ del horizonte gris”, la lluvia que no moja,  esas “lunas descongeladas” que colecciona el poeta, o un cartero montado en patinete.
Beatriz, Juan Ramón, Antonio e Juan Carlos

 Aunque, sin  duda, lo que  resulta más innovador en este poemario es que está concebido como un diálogo poético. Porque la  poesía suele ser un acto comunicativo unidireccional: el poeta escribe, alguien lo lee, (tal vez en un lugar remoto, tal vez siglos más tarde), pero rara vez, como en Versos y viceversos, el lector se hace poeta y el poeta lector, de manera que  engarzan y funden sus versos,  celebrando la poesía y la amistad.


Este libro profundo y gozoso, ilustrado con maestría y editado con la exquisitez habitual de Kalandraka, es un regalo para niños y adultos. Porque resuenan en él  ecos de mar y de Rosalía y de Lorca y  de Alberti y  del romancero y de las cantigas de amigo y de García Teijeiro y de Martín Ramos, pero, sobre todo, porque  contiene la llave del armario que guarda, si acaso un poco deshilachada,   nuestra  primera visión de la belleza.