lunes, 7 de mayo de 2018

Juan Senís escribe en "Dulce Pepinillo" sobre "Poemar o mar", de Antonio García Teijeiro





De cando en vez, un atopa en internet cousas que lle producen unha grande alegría. Isto ocorreu hai uns días cunha crítica a fondo do meu poemario Poemar o mar.

No blog Dulce Pepinillo, Juan Senís Fernández fai unhas reflexións sobre o libro que me emocionan. Son reflexións contextualizadas no panorama lingüístico español e unhas inmersións nos poemas polo miúdo que me deixan tan sorprendido como feliz. Non deixa ningún cabo solto.

E o mérito do autor está, ademais, na súa lectura en galego. Como se agradecen estas actitudes abertas cara aos idiomas minorizados do estado.
De aí que se refira nunha liña a que o poemario non estaba traducido ao castelán (foi escrito no mes de febreiro), algo que agora mesmo, afortunadamente, xa non ocorre.

En Versos e aloumiños publicamos integramente este “moito máis ca unha crítica”, porque o seu esforzo e mais a súa visión do poemario así o merece.

   Moitas grazas, Juan.








SOBRE POEMAR O MAR, de ANTONIO GARCÍA TEIJEIRO. Crítica de JUAN SENÍS FERNÁNDEZ no BLOG “Dulce Pepinillo”.


No se me ocurre mejor manera de volver a la actividad – esperemos – normal y continuada en este blog, con el que he sido un poco descuidado y negligente en los últimos tiempos por diversos motivos que ahora mismo no vienen al caso, que reseñando aún a principios del año 2018 uno de los acontecimientos de la poesía infantil hispánica del pasado. Porque eso es sin duda Poemar o mar, un poemario con el que Antonio García Teijeiro añade un jalón más en su larga trayectoria poética, bien conocida por los lectores infantiles y por todos los que nos dedicamos en alguna medida a las letras escritas para niños, y más aún en el ámbito de la LIJ gallega, donde es uno de los clásicos vivos ya.
 
Foto de Ricardo Grobas
Poemar o mar, aunque publicado en 2016, merece ser sacado a colación ahora por dos razones fundamentales.

La primera de ella es la más evidente y la que – he reconocerlo así, porque es la verdad – ha hecho que yo conociera este libro publicado en gallego, aún no traducido al castellano y, por lo tanto, circunscrito por un tiempo al sistema literario infantil de su lengua original. Se trata ni más ni menos de la concesión al mismo del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en su última edición. Es, como vengo diciendo, un acontecimiento porque hay muy pocos libros de poesía para niños que lo hayan logrado. 

El último fue Miquel Desclot (con un libro en catalán, por cierto, Més música, mestre), y antes solo existía el precedente de Carmen Conde en 1987, con Canciones de nana y desvelo.


El hecho de que se trate de un libro en gallego y de poesía es reseñable, pues parece que en esta ocasión el jurado no tuvo reparos en mirar a la periferia lingüística y literaria y premiar una obra de indudable calidad, aunque no pertenezca a las corrientes principales de la LIJ peninsular. Pero esta misma circunstancia nos debería hacer reflexionar sin duda sobre la poca permeabilidad que existe entre los distintos sistemas literarios infantiles de la península, ya que yo mismo no tengo reparos en reconocer que este libro no habría llegado a mis manos y por lo tanto a este blog a no ser que hubiera sido galardonado por el Premio Nacional de LIJ. Es algo que deberíamos, entre todos, hacérnoslo mirar, aunque quizás no sean estos los mejores momentos para reivindicarlo.



Sin embargo Poemar o mar es sobre todo un acontecimiento porque se trata de una obra literaria de indudable calidad, un ejemplo indudable de cómo se puede renovar un tópico literario ya muy tratado, como el mar, y hacerlo con una propuesta literaria completamente apta para niños pero plena de relumbrón poético. Más aún si tenemos en cuenta que forma y culmina una trilogía dedicada al mismo tema y compuestas también por los volúmenes En la cuna del mar y Palabras do mar, que no he tenido aún la oportunidad de leer (cosa que tampoco me importa reconocer desde aquí).  



Como la mayor parte de los libros de poesía escritos para niños, todos los poemas que forman Poemar o mar giran en torno a un tema central que queda destacado desde el título. Esto suele ser muy habitual, porque es una manera de introducir a los niños en la lectura a través de un peritexto orientativo que les haga saber cuál es el tema del libro. Sin embargo, en este caso, el título está muy lejos de ser solo informativo o denotativo. En el título encontramos ya toda una declaración de intenciones estética, no solo temática, que recoge el espíritu del poemario y que nos adelanta lo que después el lector va a encontrar.



Poemar o mar significaría “Poemar el mar”, es decir, hacer poético el mar, o llevar el mar a la poesía, y elige el autor, en un hallazgo morfológico deslumbrante, hacer un verbo de la palabra poema y ofrecer un título ya rimado y con indudable gancho (y, por cierto, fácil de traducir al castellano). La poesía – nunca me cansaré de repetirlo – consiste sobre todo en sacar a través del lenguaje ese envés oculto y a la vez iluminador que se oculta tras las cosas más prosaicas que estamos acostumbrados a ver día a día, y en este sentido Poemar o mar lo hace con una realidad que a buen seguro para el autor – permítasenos un poco de fabulación, ya que no le hemos preguntado –  es una realidad con la que convive día a día, a la que ha interrogado durante sus años de vida y de la que ha obtenido algunas respuestas tal vez inesperadas. Pero, aunque no fuera así, el mar ha conformado el imaginario gallego, y, en consecuencia, Poemar o mar no solo se ofrece como una tentativa de trascender una realidad ya existente, sino también de adentrarse en las galerías del imaginario que el ser humano ha construido a partir de ella. Pues no es otra, en definitiva, la función final de la poesía. 

Antonio García Tejeiro echa mano en Poemar o mar de una variedad de recursos realmente asombrosa y deslumbrante, lo cual demuestra que se trata ya de un poeta en la plenitud de su obra, con gran dominio de sus registros, pero que no se duerme en los laurales de la versificación fácil. El volumen es en sí mismo un excelente testimonio de lo que la poesía para niños – la buena poesía para niños, por supuesto – puede dar de sí y a qué cotas puede llegar sin caer en la reiteración y en la autoindulgencia.



Así, durante estas páginas podremos encontrar poemas que personifican el mar (“Quere o mar o que non ten: / quere flores / de colores / quere rosas / olorosas”; “Ten trenzas / o mar?”; “O mar / anda murcho / e teme dicir / que o lixo dos homes / o quere ferir”) y que en ocasiones cobran una dimensión humorística que sirve de descargo al lirismo predominante (“Cando lle dixeron ao mar / que tiña la tensión alta, / quiso deixar o sal / e converterse nun estanque”; “Nunca dixo o mar / que o mareaban / as ondas. / Por iso, sen dicirllo a ninguén, / toma pílulas / de algas”).

Tampoco renuncia el autor a hacer guiños a una poesía más narrativa con ecos de romance en algunos momentos (“Unha serea poeta…”; “Era un meniño algo raro”; “Perdéronse uns mariñeiros”), y tampoco a incluir a veces recursos propios de la poesía popular, como enumeraciones y las reiteraciones, que la mayor parte de las veces saben conectar con el lector infantil al usar elementos de su propio imaginario para hablar del mar, con las notas musicales o los colores.
 
Con Rafael Alberti en Madrid
Hay, además, sitio para las imágenes audaces e iluminadoras, la reflexión metapoética, para el culturalismo (en la serie CATRO POETAS CONVERSAN NA BEIRA DO MAR, dedicada a Rafael Alberti, Juan Ramón Jiménez, Juan Kruz Igerabide y Juan Carlos Martín Ramos, estos últimos grandes poetas para niños de hoy), la reflexión metapoética (“Atopei / unha palabra / que rima / co sorriso do mar: sorrimar”) o la creación de haikus, al final, que ya se ha convertido en una estrofa bastante habitual de la poesía hispana para niños.

Con Juan Kruz Igerabide e Juan Carlos Martín Ramos

Este intento de ofrecernos una cara inédita del mar a través de las palabras encuentra su réplica en el trabajo del ilustrador, Xan López Domínguez. Poemar o mar no es un álbum poético, es decir, un libro en el que haya una trabazón tal entre texto e ilustración que estas se conviertan en algo imprescindible; se trata más bien de un libro de poesía ilustrado – lo cual no es ninguna crítica, ni está dicho en sentido peyorativo – de pequeño formato y tapa blanda, pensado, según el peritexto orientativo de la contracubierta, para niños de nueve años en adelante, lo cual – y esto sí es una crítica – me parece un poco exagerado, porque creo que en el interior del libro hay poemas que un niño más pequeño puede disfrutar.

 
Juan Ramón Jiménez

En cualquier caso, y sea la edad que sea, se trata de un volumen concebido para lectores ya autónomos y más experimentados, que siguen agradeciendo la ilustración para tener un asidero interpretativo y una ayuda fabuladora, pero a los que ya no les hacen falta las imágenes para la lectura. Aun así, las ilustraciones en este libro tienen una presencia importante, ya que acompañan a casi todos los poemas. Y he aquí que, de la misma manera que para el poeta escribir sobre el mar puede ser un desafío, para el ilustrador también lo es, y en un doble sentido: por una parte, porque debe huir de los tópicos visuales que existen ya sobre el motivo; y, por otro lado, porque ha de dar réplica en la medida de lo posible al mundo poético que crean los propios versos.
En sus ilustraciones, con gran protagonismo de la línea y el dibujo y de trazos limpios, López Domínguez opta por huir lo más posible de la representación directa del mar, que aparece en contadas ocasiones a lo largo de las páginas y siempre de una misma manera estilizada y casi sólida, que recuerda a caracolas y funciona de leit motif no invasivo. Por lo demás, el ilustrador evita, a mi juicio con gran acierto, personificar el mar de manera plana y fácil y propone soluciones menos evidentes, como ocurre en el poema, ya citado, “Quere o mar o que no ten”, en el que vemos un gato soñador, pero tampoco tiene reparos en usar representaciones más literales de los poemas narrativos o en proponer soluciones cercanas al poema visual, a través de metáforas y superposiciones. De esta forma, al igual que el poema evita la repetición de recursos, el ilustrador hace lo propio con la reiteración de soluciones visuales.
 
Ilustración de Xan López Domínguez
Pero lo que, a mi juicio, mejor caracteriza Poemar o mar es el juego tipográfico que se establece a lo largo de todas sus páginas, más que nada porque en este caso, como en muchos otros, se puede decir que la tipografía es el mensaje, y al igual que el mar va y viene hacia la tierra en un proceso invasor y a veces destructor e incontenible que no podemos como hombres controlar, la poesía en estas páginas en blanco se desbordan y se expanden con la imprevisibilidad de las olas, que tienen siempre el mismo movimiento pero que nunca se sabe dónde van a llegar, si van a alcanzar un punto más alejado de la orilla o van a saltar y dar una pirueta más audaz en el aire. De esta misma manera, los versos de García Teijeiro se van desplegando por el papel de manera imprevisible, de tal manera que volver la página es exponerse a la imprevisibilidad y el capricho del lenguaje poético, de la misma manera que pasear por la orilla del mar y detenerse a contemplarlo es exponerse a su propio carácter indescifrable y fascinante. Por ello, quizás, nunca mejor elegido el título de este libro: Poemar o mar.   


Día da presentación de Poemar o mar en Vigo

                                                                                                                      
                                                                                                                 JUAN  SENÍS FERNÁNDEZ