De
cando en vez, un atopa en internet cousas que lle producen unha grande alegría.
Isto ocorreu hai uns días cunha crítica a fondo do meu poemario Poemar o mar.
No
blog Dulce
Pepinillo, Juan Senís Fernández fai unhas reflexións sobre o libro que
me emocionan. Son reflexións contextualizadas no panorama lingüístico español e
unhas inmersións nos poemas polo miúdo que me deixan tan sorprendido como
feliz. Non deixa ningún cabo solto.
E
o mérito do autor está, ademais, na súa lectura en galego. Como se agradecen
estas actitudes abertas cara aos idiomas minorizados do estado.
De
aí que se refira nunha liña a que o poemario non estaba traducido ao castelán
(foi escrito no mes de febreiro), algo que agora mesmo, afortunadamente, xa non
ocorre.
En
Versos e aloumiños publicamos integramente este “moito máis ca unha
crítica”, porque o seu esforzo e mais a súa visión do poemario así o merece.
Moitas grazas, Juan.
SOBRE POEMAR O MAR, de ANTONIO GARCÍA TEIJEIRO. Crítica de JUAN SENÍS
FERNÁNDEZ no BLOG “Dulce Pepinillo”.
No se me ocurre mejor manera
de volver a la actividad – esperemos – normal y continuada en este blog, con el
que he sido un poco descuidado y negligente en los últimos tiempos por diversos
motivos que ahora mismo no vienen al caso, que reseñando aún a principios del
año 2018 uno de los acontecimientos de la poesía infantil hispánica del pasado.
Porque eso es sin duda Poemar o mar,
un poemario con el que Antonio García
Teijeiro añade un jalón más en su larga trayectoria poética, bien conocida
por los lectores infantiles y por todos los que nos dedicamos en alguna medida
a las letras escritas para niños, y más aún en el ámbito de la LIJ gallega,
donde es uno de los clásicos vivos ya.
Poemar
o mar, aunque publicado
en 2016, merece ser sacado a colación ahora por dos razones fundamentales.
La primera de ella es la más
evidente y la que – he reconocerlo así, porque es la verdad – ha hecho que yo
conociera este libro publicado en gallego, aún no traducido al castellano y,
por lo tanto, circunscrito por un tiempo al sistema literario infantil de su
lengua original. Se trata ni más ni menos de la concesión al mismo del Premio
Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en su última edición. Es, como vengo
diciendo, un acontecimiento porque hay muy pocos libros de poesía para niños
que lo hayan logrado.
El último fue Miquel
Desclot (con un libro en catalán, por cierto, Més música, mestre), y antes solo existía el precedente de Carmen Conde en 1987, con Canciones de nana y desvelo.
El hecho de que se trate de
un libro en gallego y de poesía es reseñable, pues parece que en esta ocasión
el jurado no tuvo reparos en mirar a la periferia lingüística y literaria y
premiar una obra de indudable calidad, aunque no pertenezca a las corrientes
principales de la LIJ peninsular. Pero esta misma circunstancia nos debería
hacer reflexionar sin duda sobre la poca permeabilidad que existe entre los
distintos sistemas literarios infantiles de la península, ya que yo mismo no
tengo reparos en reconocer que este libro no habría llegado a mis manos y por
lo tanto a este blog a no ser que hubiera sido galardonado por el Premio
Nacional de LIJ. Es algo que deberíamos, entre todos, hacérnoslo mirar, aunque
quizás no sean estos los mejores momentos para reivindicarlo.
Sin embargo Poemar o mar es sobre todo un
acontecimiento porque se trata de una obra literaria de indudable calidad, un
ejemplo indudable de cómo se puede renovar un tópico literario ya muy tratado,
como el mar, y hacerlo con una propuesta literaria completamente apta para niños
pero plena de relumbrón poético. Más aún si tenemos en cuenta que forma y
culmina una trilogía dedicada al mismo tema y compuestas también por los
volúmenes En la cuna del mar y Palabras do mar, que no he tenido aún la
oportunidad de leer (cosa que tampoco me importa reconocer desde aquí).
Como la mayor parte de los
libros de poesía escritos para niños, todos los poemas que forman Poemar o mar giran en torno a un tema
central que queda destacado desde el título. Esto suele ser muy habitual,
porque es una manera de introducir a los niños en la lectura a través de un
peritexto orientativo que les haga saber cuál es el tema del libro. Sin
embargo, en este caso, el título está muy lejos de ser solo informativo o
denotativo. En el título encontramos ya toda una declaración de intenciones
estética, no solo temática, que recoge el espíritu del poemario y que nos
adelanta lo que después el lector va a encontrar.
Poemar
o mar significaría
“Poemar el mar”, es decir, hacer poético el mar, o llevar el mar a la poesía, y
elige el autor, en un hallazgo morfológico deslumbrante, hacer un verbo de la
palabra poema y ofrecer un título ya rimado y con indudable gancho (y, por
cierto, fácil de traducir al castellano). La poesía – nunca me cansaré de
repetirlo – consiste sobre todo en sacar a través del lenguaje ese envés oculto
y a la vez iluminador que se oculta tras las cosas más prosaicas que estamos
acostumbrados a ver día a día, y en este sentido Poemar o mar lo hace con una realidad que a buen seguro para el
autor – permítasenos un poco de fabulación, ya que no le hemos preguntado
– es una realidad con la que convive día a día, a la que ha interrogado
durante sus años de vida y de la que ha obtenido algunas respuestas tal vez
inesperadas. Pero, aunque no fuera así, el mar ha conformado el imaginario
gallego, y, en consecuencia, Poemar o mar
no solo se ofrece como una tentativa de trascender una realidad ya existente,
sino también de adentrarse en las galerías del imaginario que el ser humano ha
construido a partir de ella. Pues no es otra, en definitiva, la función final
de la poesía.
Antonio García Tejeiro echa
mano en Poemar o mar de una variedad
de recursos realmente asombrosa y deslumbrante, lo cual demuestra que se trata
ya de un poeta en la plenitud de su obra, con gran dominio de sus registros,
pero que no se duerme en los laurales de la versificación fácil. El volumen es
en sí mismo un excelente testimonio de lo que la poesía para niños – la buena
poesía para niños, por supuesto – puede dar de sí y a qué cotas puede llegar
sin caer en la reiteración y en la autoindulgencia.
Así, durante estas páginas
podremos encontrar poemas que personifican el mar (“Quere o mar o que non ten: /
quere flores / de colores / quere rosas / olorosas”; “Ten trenzas / o mar?”; “O
mar / anda murcho / e teme dicir / que o lixo dos homes / o quere ferir”)
y que en ocasiones cobran una dimensión humorística que sirve de descargo al
lirismo predominante (“Cando lle dixeron ao mar / que tiña la
tensión alta, / quiso deixar o sal / e converterse nun estanque”; “Nunca dixo o
mar / que o mareaban / as ondas. / Por iso, sen dicirllo a ninguén, / toma
pílulas / de algas”).
Tampoco renuncia el autor a
hacer guiños a una poesía más narrativa con ecos de romance en algunos momentos
(“Unha
serea poeta…”; “Era un meniño algo raro”; “Perdéronse uns mariñeiros”),
y tampoco a incluir a veces recursos propios de la poesía popular, como
enumeraciones y las reiteraciones, que la mayor parte de las veces saben
conectar con el lector infantil al usar elementos de su propio imaginario para
hablar del mar, con las notas musicales o los colores.
Hay, además, sitio para las
imágenes audaces e iluminadoras, la reflexión metapoética, para el culturalismo
(en la serie CATRO POETAS CONVERSAN NA BEIRA DO MAR, dedicada a Rafael
Alberti, Juan Ramón Jiménez, Juan Kruz Igerabide y Juan Carlos Martín Ramos,
estos últimos grandes poetas para niños de hoy), la reflexión metapoética (“Atopei
/ unha palabra / que rima / co sorriso do mar: sorrimar”) o la creación
de haikus, al final, que ya se ha convertido en una estrofa bastante habitual
de la poesía hispana para niños.
Con Juan Kruz Igerabide e Juan Carlos Martín Ramos |
Este intento de ofrecernos
una cara inédita del mar a través de las palabras encuentra su réplica en el
trabajo del ilustrador, Xan López
Domínguez. Poemar o mar no es un
álbum poético, es decir, un libro en el que haya una trabazón tal entre texto e
ilustración que estas se conviertan en algo imprescindible; se trata más bien
de un libro de poesía ilustrado – lo cual no es ninguna crítica, ni está dicho
en sentido peyorativo – de pequeño formato y tapa blanda, pensado, según el
peritexto orientativo de la contracubierta, para niños de nueve años en
adelante, lo cual – y esto sí es una crítica – me parece un poco exagerado,
porque creo que en el interior del libro hay poemas que un niño más pequeño
puede disfrutar.
En cualquier caso, y sea la edad que sea, se
trata de un volumen concebido para lectores ya autónomos y más experimentados,
que siguen agradeciendo la ilustración para tener un asidero interpretativo y
una ayuda fabuladora, pero a los que ya no les hacen falta las imágenes para la
lectura. Aun así, las ilustraciones en este libro tienen una presencia
importante, ya que acompañan a casi todos los poemas. Y he aquí que, de la
misma manera que para el poeta escribir sobre el mar puede ser un desafío, para
el ilustrador también lo es, y en un doble sentido: por una parte, porque debe
huir de los tópicos visuales que existen ya sobre el motivo; y, por otro lado,
porque ha de dar réplica en la medida de lo posible al mundo poético que crean
los propios versos.
En sus ilustraciones, con
gran protagonismo de la línea y el dibujo y de trazos limpios, López Domínguez
opta por huir lo más posible de la representación directa del mar, que aparece
en contadas ocasiones a lo largo de las páginas y siempre de una misma manera
estilizada y casi sólida, que recuerda a caracolas y funciona de leit motif no invasivo. Por lo demás, el
ilustrador evita, a mi juicio con gran acierto, personificar el mar de manera
plana y fácil y propone soluciones menos evidentes, como ocurre en el poema, ya
citado, “Quere o mar o que no ten”, en el que vemos un gato soñador, pero
tampoco tiene reparos en usar representaciones más literales de los poemas
narrativos o en proponer soluciones cercanas al poema visual, a través de
metáforas y superposiciones. De esta forma, al igual que el poema evita la
repetición de recursos, el ilustrador hace lo propio con la reiteración de
soluciones visuales.
Pero lo que, a mi juicio,
mejor caracteriza Poemar o mar es el
juego tipográfico que se establece a lo largo de todas sus páginas, más que
nada porque en este caso, como en muchos otros, se puede decir que la
tipografía es el mensaje, y al igual que el mar va y viene hacia la tierra en
un proceso invasor y a veces destructor e incontenible que no podemos como
hombres controlar, la poesía en estas páginas en blanco se desbordan y se
expanden con la imprevisibilidad de las olas, que tienen siempre el mismo
movimiento pero que nunca se sabe dónde van a llegar, si van a alcanzar un
punto más alejado de la orilla o van a saltar y dar una pirueta más audaz en el
aire. De esta misma manera, los versos de García Teijeiro se van desplegando
por el papel de manera imprevisible, de tal manera que volver la página es
exponerse a la imprevisibilidad y el capricho del lenguaje poético, de la misma
manera que pasear por la orilla del mar y detenerse a contemplarlo es exponerse
a su propio carácter indescifrable y fascinante. Por ello, quizás, nunca mejor
elegido el título de este libro: Poemar o
mar.
Día da presentación de Poemar o mar en Vigo |
JUAN SENÍS FERNÁNDEZ