Non nos coñecemos persoalmente, pero temos
tantas cousas en común no territorio poético que, estou ben seguro, compartir
un tempo con ela sería un auténtico pracer.
Mentres ese encontro non se produce, son
os nosos poemarios os encargados de que haxa unha comunicación lírica entre os
dous.
Gústame moito a súa poesía. Gústanme os
seus libros de poemas tan versátiles, tan ambivalentes, tan aloumiñadores, tan
limpos, tan elegantes.
Os seus poemas pódense cantar. Ten boa
parte da súa obra creada a partir da poesía de tradición oral. Penso que como
todos os que escribimos para os pequenos. Todos bebemos nesa fonte que non
deixa de fluír. A partir da métrica e dos recursos tradicionais, ela vai
incorporando novas formas que dan á súa poesía un aire persoal ben brillante,
por certo.
Afirma Mª Jesús que ela se sente nena e
por iso escribe para nenos. Fermoso sentimento.
Concordo con ela en que aos cativos se
lles pode falar de todos os temas, sempre que a erudición se conteña. Partindo,
xaora, dun respecto real aos pequenos lectores, limitando a linguaxe aos niveis
que lles resulten comprensibles e non rebaixar endexamais a emoción que toda
boa poesía debe transmitir.
Leo nunha entrevista no blog Dulce pepinillo unha afirmación da
autora que subscribo na súa totalidade. “A poesía” di “é unha reflexión fonda sobre
a vida, e a vida dos rapaces e rapazas non é sempre unha perpetua
primavera…rózana os problemas do home, polo que ás veces é sombriza e outonal”.
Mª Jesús Jabato é moi consecuente co que
crea. Así podemos , ademais da natureza, entrar nos temas que están presentes
acotío na nosa sociedade. Nos seus libros fálase do alzheimer, da soidade, da
separación familiar, do autismo, da morte…Cando se é consciente do que se fai e
a quen vai dirixido o que escribes, nada é tabú. Entre a sensibilidade, a
beleza e a palabra ben empregada, a creación enriquece a vida das persoas,
fainas reflexionar e permite que teñan un mellor coñecemento de si mesmas.
Convén comentar que María Jesús Jabato
gañou os tres premios máis importantes de Poesía para Nenos: “El
Príncipe preguntón”, O “Luna
de Aire” e o “Ciudad de Orihuela”. Non é doado
conseguir estes tres galardóns e telos acadado di moito e ben da súa obra.
Espero que libros como Gorigori (Ed. Kalandraka), A mares (Ed. Kalandraka), Campo Lilaila (UCLM) ou Domingo de pipiripingo (Hiperión), por
exemplo, formen parte xa das bibliotecas máis completas e esixentes, deixando a
poesía á altura e nivel que se merece. Son unhas mostras ben claras da calidade
que atesouran os poemarios de María Jesús Jabato.
Despois de todo o dito, a esta burgalesa,
amable e intelixente, pediulle Versos e aloumiños un texto para
enriquecer o blog-revista. Non podería ser doutro xeito.
E María Jesús enviounos esta xoia que
podedes saborear deseguido.
Unhas fermosísimas reflexións sobre a poesía
para os pequenos.Unha fonte de auga clara para comprender o que unha autora que ama a lírica sente á hora de crear poesía.
Todo un luxo.
Todo un luxo.
Ilustración de Rocío Martínez para o libro "A mares" |
SOBRE LA POESÍA INFANTIL
Son estas líneas
respuesta agradecida a la invitación de Antonio García Teixeiro, el poeta de
los Versos de agua, de residenciar en
su blog “Versos e aloumiños”, unas
reflexiones acerca de la poesía infantil, expresión que requiere una
explicación previa, porque no toda poesía infantil es poesía apta para niños, y
permítaseme utilizar el término ‘niños’ como masculino genérico para evitar
innecesarios circunloquios.
Si convenimos en que
los niños son los seres más perspicaces de la Creación parece improcedente
darles como alimento intelectual collares de versos engarzados con profusión de
diminutivos que dibujan mundos que pretenden ajustarse a su medida, entendiendo
que esta se corresponde con su estatura física y no con su estatura interior,
mucho más elevada de lo que a simple vista pueda parecer.
Esto no significa que
haya que erradicar el diminutivo de la poesía infantil; simplemente hay que
utilizarlo allí donde sea natural, donde se precise para aniñar la realidad. García Lorca en su Balada del caracol blanco, lo usa para
mostrar una imagen delicada y compasiva de un río viejo:
Caracoles
blancos.
Los
niños juegan
bajo los álamos.
bajo los álamos.
El
río viejecito
va muy despacio
sentándose en las sillas
verdes de los remansos.
va muy despacio
sentándose en las sillas
verdes de los remansos.
Pero no lo utiliza, sin embargo, en la Balada del caracol negro, por la que discurre
un río vigoroso:
Caracoles
negros.
Los
niños sentados
escuchan
un cuento.
El
río traía
coronas
de viento
y
una gran serpiente
desde
un tronco viejo
miraba
las nubes
redondas
del cielo.
La poesía infantil no existe como género; es poesía que pueden comprender
los niños, adaptada a su lenguaje, a su edad. No es por tanto poesía para niños
la que se escribe minusvalorándolos, considerándolos ñoños o inmaduros,
rebajando la calidad literaria, la exigencia poética. Los niños son lectores
inteligentes y no se les puede dar cualquier cosa; no se les debe dar cualquier
cosa a riesgo de que planee sobre ellos el terrible moscardón del aburrimiento
del que hablaba Lorca, y abandonen la lectura en beneficio de otros
divertimentos menos enriquecedores
La poesía es el resultado de una mirada honda y sincera sobre lo que nos
rodea y al niño le cercan situaciones que no entiende, pero que con la
necesaria ayuda, puede llegar a asimilar. Cuando un niño –o un adulto- no
entiende el significado de una palabra, y por tanto, el de un verso, debe
acudir al diccionario sin complejos; recordemos al respecto la lección de García Márquez que narra la historia de
aquel coronel que acudió con su nieto al circo y confundió un camello con un
dromedario salvando el error gracias al diccionario. “Este libro, decía el coronel,
no solo lo sabe todo, sino que es el único que nunca se equivoca”. Los niños pueden llegar a saber lo que no
saben; de eso se trata, de que crezcan, de que se formen, aunque la poesía infantil debe ser exquisita en el
cuidado del lenguaje y limitar la erudición de forma que el poema resulte
comprensible. Veamos este de Antonio
Machado. ¿Sabe un niño lo que es un
pegaso? ¿Y lo que es un corcel? ¿Y porque no lo sabe, no es apto para él?:
Pegasos,
lindos pegasos,
caballitos de madera…
Yo
conocí siendo niño,
la alegría de dar vueltas
sobre un corcel colorado,
en una noche de fiesta.
la alegría de dar vueltas
sobre un corcel colorado,
en una noche de fiesta.
En
el aire polvoriento
chispeaban las candelas,
y la noche azul ardía
toda sembrada de estrellas.
chispeaban las candelas,
y la noche azul ardía
toda sembrada de estrellas.
¡Alegrías
infantiles
que cuestan una moneda
de cobre, lindos pegasos,
caballitos de madera!
que cuestan una moneda
de cobre, lindos pegasos,
caballitos de madera!
La lectura exige esfuerzo y esta
exigencia es mayor en la poesía, aunque, en correspondencia, el resultado es
más agradecido, ya que en ella se refugia la emoción. La poesía es
más que rima o música; la imagen poética tiene poder iluminador. Por eso no debe
haber compartimentos estancos en la poesía. La etiquetada como infantil no es solo
para niños. ¿Por qué habríamos de privarnos en la edad adulta de leer los
poemas de Lorca o Machado, o El lagarto
está llorando, en el que el poeta granadino escribe una dedicatoria que,
por cierto, suele hurtarse en las transcripciones –“A mademoiselle Teresita
Guillén tocando un piano de seis notas”- tan
dulce como evocadora? Abogo, por tanto, por los textos versátiles,
ambivalentes, que pueden ser leídos por niños o por adultos.
Por iguales razones entiendo que tampoco
la poesía infantil tiene que obviar temas difíciles o considerados inapropiados
para los niños, tales como la muerte o la enfermedad. Nada
es inconveniente cuando se expresa de forma adecuada. Si se me permite hablar
de mí, por ser, como decía Unamuno, quien tengo más a mano, traeré a esta
página el libro Domingo de Pipiripingo,
que trata el Alzheimer; o Yo, mi, me,
conmigo, un manual para entender la soledad de los niños; o las ráfagas
poéticas de muerte que cruzan las páginas de Tan alto como la luna; o El
primer fin del mundo, que tomando el título de un verso certero de la gran Wislawa Szymborska, gira en torno a la separación
de los padres, la primera hecatombe para los niños. No se podrá negar que
predico con el ejemplo…
Resta, finalmente, una breve alusión al poeta. En la poesía infantil su
voz, una voz adulta, más o menos apreciable, lleva de la mano al niño en la lectura. Cuántas
veces nos preguntan a los poetas si no vamos contra corriente, o qué pintamos
escribiendo poemas para niños nacidos en el siglo de la tecnología. No
entienden –o no quieren entender- que la poesía es necesaria porque hace crecer
interiormente, porque desarrolla capacidades intelectuales y emocionales,
porque permite conocerse y cuestionarse el mundo, porque afina al tiempo la
sensibilidad y la fortaleza, porque eleva el nivel literario y cultural. Y no
entienden –o no quieren entender- que al niño le encanta la poesía, que está
habituado desde que nace a la rima, al rimo, a la música de los versos
tradicionales con los que se duerme o juega:
Estaba la pájara pinta
sentadita en el verde limón
con el pico movía la hoja
con la cola movía la flor
Eugenio D´Ors |
El poeta ofrece una mirada diferente que conduce en línea recta a la
emoción y esta y no otra es su función; es una cosa extraña ser poeta, dice un
verso clarividente de Eugenio D’Ors,
convertirse en tierra para entender la lluvia/ convertirse en hoja para saber
de otoños/ convertirse en muerto para saber la ausencia. Es una cosa
extraña ser poeta, sí, y más aún escribir poesía infantil, pero es tan
gratificante…
María Jesús Jabato
ABRAZOS
Qué pena los japoneses,
que no se abrazan,
juncos tímidos, silencio,
rígidas varas,
qué pena, que no se rozan,
que no sienten en la cara
el fuego de una caricia,
la piel en llamas,
qué pena, los japoneses,
cerezo en rama.
Ven, abrázame con fuerza,
que soy de España.
María Jesús Jabato