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jueves, 14 de marzo de 2013

Que no dinamiten la poesía


Foto de Anxo Cabada
  Estoy escuchando el disco, Center of universe, de Giant Sand, un grupo que cada día me gusta más. Y estoy leyendo un libro de la escritora catalana Care Santos, Te diré quién eres (Alba.Joven), a quien conocí personalmente en Miami y que estuvo recientemente en el Colexio Possumus, en un precioso encuentro con los alumnos de 3º y 4º de la ESO.

En el libro que tengo en mis manos, y con el que estoy disfrutando, leo lo siguiente: Moisés, el profesor de literatura, es un ancianito tan entrañable como aburrido. Con él, la literatura se vuelve un campo de batalla del que no hay modo de salir vivo (…)

Me detengo aquí. Literatura es igual a aburrimiento. Literatura es un campo de batalla en el que vas a morir. Metafóricamente, claro. ¡Qué triste! ¿no? Y vuelvo a insistir. Este tipo de profesores, que aún quedan muchos, están destruyendo algo tan maravilloso como las novelas, los relatos cortos y la poesía. Dudo que sientan el hecho literario como algo gozoso en toda su dimensión.
Sigue el relato diciendo que el tal ancianito llega a clase con un libro extraordinario, La voz a ti debida, de Pedro Salinas. Y Marta, una de las protagonistas de esta novela juvenil, adivina el horror que se avecina. Es decir, poesía igual a horror. Pedro Salinas convertido en un aburridísimo poeta. ¿Por qué?, me pregunto. Pues porque el profesor no intenta fascinar a sus alumnos con la palabra poética, algo que se repite a menudo en muchísimas aulas de nuestro entorno.

Y sigo leyendo:  (…) No es la primera vez que Moisés trae a clase un poema de catorce versos y se pasa una larga hora diseccionándolo palabra por palabra, como si fuera un científico aficionado a hurgar en las tripas de las cobayas de laboratorio (…)
Con Care Santos
Vuelvo a detenerme . Reflexiono. Y afirmo que la poesía, en las escuelas, en los institutos ha de ser algo que emocione. Para ello, el profesor  ha de hacer suyo el poema, lo ha de interiorizar y lo leerá convencido de que sus alumnos y alumnas lo van a disfrutar. Primero, eso sí, una buena elección. Luego, ha de sentir que los versos lo conmueven a él y, a continuación, los leerá bien, directos al corazón de los oyentes, para contagiarles la magia que contiene. El poder de la poesía.  Los profesores que hacen de ella un laboratorio se equivocan de pleno. Consiguen que este género literario, tan maltratado pero tan generoso, no salga de su cápsula de miedo y desdén en que se encuentra. Afortunadamente, conozco a maestros y maestras que han cambiado radicalmente la presencia de la poesía en sus aulas. Pero aún queda mucho por hacer en este terreno. Mientras no consigamos que los lectores o los que escuchan los poemas no vibren, el resultado y la pregunta tópica se seguirá haciendo: ¿Por qué no se lee más poesía en esta sociedad que tanto necesita de ella?

Y termino de leer: … de la aburrida clase de literatura en que Moisés se dispone a leer el poema, y Marta y Rocío se arman de paciencia para seguir las explicaciones de ese dinamitador de hermosas palabras (…)

En Medellín
Care Santos, en estas dos páginas, hace una crítica, con un diagnóstico muy inteligente: están dinamitando la poesía. Y no lo podemos permitir. La belleza de la palabra literaria es una realidad incuestionable. No se debe  continuar dándole patadas a lo hermoso.  No debemos permitir que personas, como el Moisés del libro, acaben con el entusiasmo que la poesía provoca en los niños y niñas, cuando se les transmite con la convicción y la seguridad de que les va a gustar. Porque, y lo digo por experiencia, no sólo les gusta, sino que la gozan  de manera sorprendente. Es algo por lo que muchos llevamos luchando desde hace tiempo. Queremos que la poesía, tan variada afortunadamente hoy en día, llegue a lo más profundo de nuestros pequeños. No lo olvidemos, seres que se están formando. De no hacerlo así, sería una verdadera catástrofe.

Y ahora voy a poner aquí algunos de mis poemas, escritos en castellano. Más adelante, haré lo mismo con los que escribo en gallego.

Cinco poemas de cinco libros diferentes.

LA BARCA

Mi abuelo compró una barca
de madera de ciruelo.
La echamos en el estanque
donde se refugia el cielo.
La barca no tiene remos,
ni velas, ni marineros.
La empujan vientos de espuma,
alegres titiriteros.
Las aguas surca la barca
de madera de ciruelo,
la barca llena de vida
que un día compró mi abuelo.
          
(De Versos de agua. Ed. Edelvives)


A FEDERICO GARCÍA LORCA

¡Ay! La luna está tocando
las castañuelas del aire
y el niño la está mirando.

Flota tu triste sollozo
en los llanos y jardines
como un ave sin reposo.

¡Ay, cómo toca la luna!
¡Ay, cómo lloran las flores!

Allá vienen los gitanos
con panderos de colores.

¡Ay, fuente clara del cielo!
¡Ay, pandereta de espuma!

Federico está meciendo
a un gitanito en su cuna.
    
 (Del libro Al hilo de la palabra. Ed. Hiperión)


PALOMAS

Palomas
              de colores
Palabras
              embrujadas
Palomas
              sin temores
Palabras
              inventadas
Palomas
      y
          Palabras
mil veces
            mil, pintadas
Palabras
         y
             Palomas
mil veces
            mil, calladas
Palabras
       y
             Palomas
                   mil sueños de neón
Palomas
        y
             Palabras
                    mil besos de ilusión.
            
(Del libro Versos con alas. Ed. Lynx)


UN SUEÑO   (El mar en un sueño sonoro. Antonio Machado)

Un sueño que vuela: el viento
Un sueño sonoro: el mar.
Un sueño contado: un cuento.
Un sueño soñado: paz
                 
(Del libro Todo es soñar. Derechos en propiedad)

Con Alfredo G. Cerdá

POR LA CALLE DEL NUEVE
            I
Gota de nieve
que pintas de blanco
la Calle del Nueve.

La Calle del Nueve
del ocho más uno
del siete más dos
es fría y lluviosa
y no tiene tos.

La Calle del Nueve
del seis más el tres
del cinco más cuatro
es muy juguetona
y le hago un retrato.

La Calle del Nueve
del uno más ocho
del dos más el siete
a veces nos llama
y otras dice ¡vete!

La Calle del Nueve
del tres más el seis
del cuatro más cinco
se muere de risa
cuando yo la pinto.

Gota de nieve,
que esconde en su rostro
La Calle del Nueve.
            
         II

La Calle del Nueve
no tiene farolas
ni faros
ni olas
y no tiene aceras
ni aes
ni ceras.

La Calle del Nueve
ya no tiene estrellas
ni estres
ni ellas
no tiene praderas
ni prados
ni eras.

Pero tiene sueños
chiquitos
pequeños
y besos de nieve
la Calle del Nueve.
        
(Del libro Viene el río recitando. Ed. Algar)

               





En los Juegos Literarios en Medellín (Fund. Jordi Sierra i Fabra)

ANTONIO GARCÍA TEIJEIRO