El pasado 15 de febrero de 2009, el diario Faro de Vigo publicó un artículo escrito por Amaia Mauleón en el que, bajo el título de "Universos personales", se ofrece una mirada íntima a las bibliotecas de cinco escritores gallegos. Entre ellos se encuentran Luisa Castro, Manuel Bragado, Manuel Rivas, Agustín Fernández Paz y Antonio García Teijeiro, cuya biblioteca parece, según el artículo, "un espacio mágico en el que, se mire por donde se mire, siempre hay algún lomo guiñándote un ojo". Transcribimos aquí la parte del artículo dedicada a Antonio.
“Siempre cabe un título más; es como un milagro permanente”
“Parece mentira que puedan caber tantos libros en una casa”, reflexiona el escritor Antonio García Teijeiro al verse rodeado de los cerca de 16.000 ejemplares que posee. “Comencé con una habitación para ellos, repleta de estanterías, pero fueron aumentando e invadiendo todos los espacios. Y lo curioso es que siguen entrando; es como un milagro permanente”, describe.
La literatura infantil y juvenil, en la que se incluye el escritor, está rozando el techo, mientras que duerme rodeado de poesía, una de sus pasiones (más de 3.000 obras) y discos-libro. Novela gallega, extranjera, castellana, latinoamericana; libros de ensayo literario y poético, memorias y biografías se extienden a su antojo por el resto de la casa.
Un lugar especial en su salón, que García Teijeiro ha bautizado como “O Olimpo”, es el “hogar” de los libros a los que tiene un especial cariño. Allí “viven” los que le dedicó Rafael Alberti, poeta con el que mantuvo una relación estrecha. El más preciado es una antología en árabe. La joya convive con otros ejemplares de amigos como Casares, Ferrín, Haro Tecglen o Dámaso Alonso. Los títulos de Celia, de Elena Fortún, que heredó de su madre, es otro de sus tesoros.
Con los libros escritos por él, Teijeiro mantiene un rito: “Guardo siempre cuatro ejemplares y dos más para cada hijo”.
“Sería imposible vivir sin libros y sin discos”, concluye convencido.
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martes, 17 de febrero de 2009
lunes, 16 de febrero de 2009
Dos columnas de A Nosa Terra: "Canciones" / "La paloma de la paz"
Incluimos a continuación dos de las columnas quincenales que Antonio García Teijeiro publica en el semanario A Nosa Terra, en las que trata temas relacionados con la literatura, la música, la escuela y la animación a la lectura. Las presentamos aquí traducidas al castellano.
CANCIONES
Hay quien dice, y yo estoy de acuerdo, que las canciones, la literatura y las artes no cambian el mundo. Pero, a veces, gozar de ellas en nuestro entorno sí que ayuda a modificar, al menos un poco, la frivolidad de ciertos hábitos. Cuando ocurre, sentimos un hormigueo interno y placentero que nos acerca a la felicidad. A mí me pasa. Así que, contradiciendo lo escrito más arriba, afirmo que las canciones pueden ser muy importantes en los comportamientos de las personas. Y no hablo de nostalgias. Craig Werner, profesor de Estudios Afroamericanos de la Universidad de Wisconsin, asegura que “la música popular, especialmente el soul de los 50 y 60, tuvo un papel central en la lucha por los derechos civiles”. Está convencido Werner de que la música ayudó a destruir las barreras de la segregación y que músicos como Ray Charles, Curtis Mayfield, Sam Cooke, James Brown, Otis Redding o Aretha Franklin dieron vigor a los líderes y a los ciudadanos para luchar contra el racismo. Me agrada esta afirmación. Canciones en casa. Canciones en la escuela. Canciones en nuestra vida. Yo trato de poner las canciones que amo a mis amigos. Mis alumnos cantan y escuchan canciones. Canciones que perturban, que emocionan. Canciones para agarrarse a las letras. Canciones que nos ayudan a pisar las calles y a resguardarnos de las tormentas. Canciones de Serrat, Miro, Lennon, Uxía, Aute, Cohen, A. Prada, Llach, Brassens, Brel, M. Peón, Neil, Lete, Silvio… y de Bob Dylan, claro. Mientras escribo estas líneas suena Love Will Find de Sam Cooke. Me envuelve la sensación de que se está derrumbando una de las numerosas barreras de la insensibilidad humana. Permítanme soñar.
ANTONIO GARCÍA TEIJEIRO
LA PALOMA DE LA PAZ
A Xesús R. Jares
La paloma de la paz estaba cansada de hablar inútilmente con los hombres. Hablaba de derechos humanos (¡ella!), de armonía y de besos de colores. Pero sus palabras se estrellaban contra un muro de piedra construido precisamente por los hombres. De piedra, sí, pero también de silencios, de violencia, de inmundicia, de pólvora. La paloma de la paz estaba cansada de llevar siempre los mismos mensajes y de recibir siempre los mismos desprecios. La paloma de la paz había decidido ser sólo eso, una paloma. Pero un día vio a un hombre delgado, cariñoso, con gafas sobre una mirada tierna, y una apariencia que daba confianza. Le pareció diferente a los demás. Con una guitarra tocaba Knockin’ on Heaven’s Door. Cuando la sintió cerca, le sonrió y empezó a hablarle de combatir el miedo, de valorar la justicia desde la sensibilidad, de rechazar odios y venganzas, de calentar el ambiente frío de la escuela. El hombre que amaba a Dylan le habló de la dignidad, de la no violencia, de la necesidad de educar para la verdad y la esperanza. La paloma lo escuchaba sorprendida y feliz. Entonces, el hombre le regaló un libro. Su título: Educar para la verdad y la esperanza. La paloma lo hojeó y se dio cuenta de que el hombre de mirada tierna llevaba toda su vida comprometido con el ser humano en la lucha por la justicia y la libertad. La paloma pronto comprendió que seguiría golpeándose contra ese muro levantado por los hombres. Se despidió de él dándole un beso en la voz. Un día, me dejó el libro en el alféizar de mi ventana con la siguiente dedicatoria: Para Antonio y Susi, por los tiempos vividos, por los sueños compartidos, por el futuro y la esperanza. Suso Jares. Desde entonces, nunca he dejado de navegar por sus páginas.
ANTONIO GARCÍA TEIJEIRO
CANCIONES
Hay quien dice, y yo estoy de acuerdo, que las canciones, la literatura y las artes no cambian el mundo. Pero, a veces, gozar de ellas en nuestro entorno sí que ayuda a modificar, al menos un poco, la frivolidad de ciertos hábitos. Cuando ocurre, sentimos un hormigueo interno y placentero que nos acerca a la felicidad. A mí me pasa. Así que, contradiciendo lo escrito más arriba, afirmo que las canciones pueden ser muy importantes en los comportamientos de las personas. Y no hablo de nostalgias. Craig Werner, profesor de Estudios Afroamericanos de la Universidad de Wisconsin, asegura que “la música popular, especialmente el soul de los 50 y 60, tuvo un papel central en la lucha por los derechos civiles”. Está convencido Werner de que la música ayudó a destruir las barreras de la segregación y que músicos como Ray Charles, Curtis Mayfield, Sam Cooke, James Brown, Otis Redding o Aretha Franklin dieron vigor a los líderes y a los ciudadanos para luchar contra el racismo. Me agrada esta afirmación. Canciones en casa. Canciones en la escuela. Canciones en nuestra vida. Yo trato de poner las canciones que amo a mis amigos. Mis alumnos cantan y escuchan canciones. Canciones que perturban, que emocionan. Canciones para agarrarse a las letras. Canciones que nos ayudan a pisar las calles y a resguardarnos de las tormentas. Canciones de Serrat, Miro, Lennon, Uxía, Aute, Cohen, A. Prada, Llach, Brassens, Brel, M. Peón, Neil, Lete, Silvio… y de Bob Dylan, claro. Mientras escribo estas líneas suena Love Will Find de Sam Cooke. Me envuelve la sensación de que se está derrumbando una de las numerosas barreras de la insensibilidad humana. Permítanme soñar.
ANTONIO GARCÍA TEIJEIRO
LA PALOMA DE LA PAZ
A Xesús R. Jares
La paloma de la paz estaba cansada de hablar inútilmente con los hombres. Hablaba de derechos humanos (¡ella!), de armonía y de besos de colores. Pero sus palabras se estrellaban contra un muro de piedra construido precisamente por los hombres. De piedra, sí, pero también de silencios, de violencia, de inmundicia, de pólvora. La paloma de la paz estaba cansada de llevar siempre los mismos mensajes y de recibir siempre los mismos desprecios. La paloma de la paz había decidido ser sólo eso, una paloma. Pero un día vio a un hombre delgado, cariñoso, con gafas sobre una mirada tierna, y una apariencia que daba confianza. Le pareció diferente a los demás. Con una guitarra tocaba Knockin’ on Heaven’s Door. Cuando la sintió cerca, le sonrió y empezó a hablarle de combatir el miedo, de valorar la justicia desde la sensibilidad, de rechazar odios y venganzas, de calentar el ambiente frío de la escuela. El hombre que amaba a Dylan le habló de la dignidad, de la no violencia, de la necesidad de educar para la verdad y la esperanza. La paloma lo escuchaba sorprendida y feliz. Entonces, el hombre le regaló un libro. Su título: Educar para la verdad y la esperanza. La paloma lo hojeó y se dio cuenta de que el hombre de mirada tierna llevaba toda su vida comprometido con el ser humano en la lucha por la justicia y la libertad. La paloma pronto comprendió que seguiría golpeándose contra ese muro levantado por los hombres. Se despidió de él dándole un beso en la voz. Un día, me dejó el libro en el alféizar de mi ventana con la siguiente dedicatoria: Para Antonio y Susi, por los tiempos vividos, por los sueños compartidos, por el futuro y la esperanza. Suso Jares. Desde entonces, nunca he dejado de navegar por sus páginas.
ANTONIO GARCÍA TEIJEIRO
Dos columnas de A Nosa Terra: "Lectura en casa" / "Demandan poesía"
Antonio García Teijeiro publica en el semanario A Nosa Terra una columna quincenal en la que trata temas referentes a la literatura, la música, la poesía y la animación a la lectura. Presentamos a continuación dos de estas columnas, originalmente publicadas en gallego y traducidas aquí al castellano.
LECTURA EN CASA
Cada vez que salen estudios sobre hábitos culturales, índices de lectura o el célebre informe Pisa, todo el mundo se echa las manos a la cabeza y culpabiliza a la escuela o a los planes educativos de los resultados que reflejan. Pocos miran hacia adentro y reflexionan para preguntarse por el ambiente lector en el ámbito familiar. Yo pienso que la lectura no debe imponerse, sino facilitarse. La tarea de fomento en la escuela no es suficiente y especialistas preocupados siguen incidiendo en la necesidad de la implicación familiar, un hábito necesario para que los niños imiten esta actividad silenciosa y solitaria.
Podemos seguir preguntándonos si se favorece en casa que los niños sientan el libro como un objeto cercano e que alguien se convierta en mediador entre los cuentos y los niños. ¿Existe la conciencia de que la lectura no es un castigo ni una pérdida de tiempo, a pesar de exigir un esfuerzo que podrá convertirse en goce si perseveramos en ella? ¿Visitan los padres y las madres las librerías y las bibliotecas con ellos para ayudarlos a elegir el libro más adecuado? No estoy seguro de que se controlen los temas ni de que se fomente la creación de una biblioteca personal infantil en las estanterías de las casas. ¿O sí?
Son preguntas que, a menudo, da miedo contestar, pero que debemos hacernos si queremos conseguir que los niños lean. Y responderlas sin miedo y con inteligencia. No hay fórmulas mágicas (ni las habrá nunca) para hacer niñas y niños lectores, pero debemos ser conscientes de que es una estampa bonita ver a los pequeños con un libro en las manos. Por eso, habrá que empezar en los hogares.
ANTONIO GARCÍA TEIJEIRO
DEMANDAN POESÍA
Me comenta Gonzalo Moure, gran escritor y amigo, que nota en sus encuentros que los adolescentes demandan poesía. Me hace pensar. Le doy la razón, si bien temeroso de despertar de un sueño. Reflexiono y creo que algo de esto flota en el ambiente. Un diario de tirada nacional publica semanalmente libros de poesía. El filósofo Emilio Lledó escribe una hermosa lección poética. En ella afirma que “una forma de cultivar esa facilidad para entender el lenguaje es la poesía”. Milladoiro nos ofrece Unha estrela por guía, un disco con poemas de Manuel María. Los músicos cuidan cada vez más las letras de sus canciones. Formo parte del jurado de los prestigiosos Premios Minerva para gente joven y percibo la calidad poética de los trabajos presentados. Pienso que sí, que tal vez exista un mayor interés de la juventud por la poesía. Mis alumnos le pierden el miedo a leer y a recrear los diversos poemarios que les acerco. Caminan felices por las Cidades de Fran Alonso, sienten próximo el amor en los poemas de Amar e outros verbos de Ana María Fernández, y gozan de la variedad poética de Poetízate, que Fran puso a nuestro lado. Poemas en el encerado, en los cuadernos o en las hojas circulan con ilusión entre ellos. Y sobre los versos crean, recrean, recitan. Se sienten cómplices del mundo de los afectos que expresa la poesía. Se detienen ante un verso, una estrofa, y perciben algo que les conmueve. Es bonito observarlos. Siempre he manifestado que la poesía es una forma de vida. Por eso me encanta leer las palabras de Antonio Colinas cuando dice que la poesía es una manera de ser y estar en el mundo. Pues claro. Sigamos escuchando el murmullo de los versos.
ANTONIO GARCÍA TEIJEIRO
LECTURA EN CASA
Cada vez que salen estudios sobre hábitos culturales, índices de lectura o el célebre informe Pisa, todo el mundo se echa las manos a la cabeza y culpabiliza a la escuela o a los planes educativos de los resultados que reflejan. Pocos miran hacia adentro y reflexionan para preguntarse por el ambiente lector en el ámbito familiar. Yo pienso que la lectura no debe imponerse, sino facilitarse. La tarea de fomento en la escuela no es suficiente y especialistas preocupados siguen incidiendo en la necesidad de la implicación familiar, un hábito necesario para que los niños imiten esta actividad silenciosa y solitaria.
Podemos seguir preguntándonos si se favorece en casa que los niños sientan el libro como un objeto cercano e que alguien se convierta en mediador entre los cuentos y los niños. ¿Existe la conciencia de que la lectura no es un castigo ni una pérdida de tiempo, a pesar de exigir un esfuerzo que podrá convertirse en goce si perseveramos en ella? ¿Visitan los padres y las madres las librerías y las bibliotecas con ellos para ayudarlos a elegir el libro más adecuado? No estoy seguro de que se controlen los temas ni de que se fomente la creación de una biblioteca personal infantil en las estanterías de las casas. ¿O sí?
Son preguntas que, a menudo, da miedo contestar, pero que debemos hacernos si queremos conseguir que los niños lean. Y responderlas sin miedo y con inteligencia. No hay fórmulas mágicas (ni las habrá nunca) para hacer niñas y niños lectores, pero debemos ser conscientes de que es una estampa bonita ver a los pequeños con un libro en las manos. Por eso, habrá que empezar en los hogares.
ANTONIO GARCÍA TEIJEIRO
DEMANDAN POESÍA
Me comenta Gonzalo Moure, gran escritor y amigo, que nota en sus encuentros que los adolescentes demandan poesía. Me hace pensar. Le doy la razón, si bien temeroso de despertar de un sueño. Reflexiono y creo que algo de esto flota en el ambiente. Un diario de tirada nacional publica semanalmente libros de poesía. El filósofo Emilio Lledó escribe una hermosa lección poética. En ella afirma que “una forma de cultivar esa facilidad para entender el lenguaje es la poesía”. Milladoiro nos ofrece Unha estrela por guía, un disco con poemas de Manuel María. Los músicos cuidan cada vez más las letras de sus canciones. Formo parte del jurado de los prestigiosos Premios Minerva para gente joven y percibo la calidad poética de los trabajos presentados. Pienso que sí, que tal vez exista un mayor interés de la juventud por la poesía. Mis alumnos le pierden el miedo a leer y a recrear los diversos poemarios que les acerco. Caminan felices por las Cidades de Fran Alonso, sienten próximo el amor en los poemas de Amar e outros verbos de Ana María Fernández, y gozan de la variedad poética de Poetízate, que Fran puso a nuestro lado. Poemas en el encerado, en los cuadernos o en las hojas circulan con ilusión entre ellos. Y sobre los versos crean, recrean, recitan. Se sienten cómplices del mundo de los afectos que expresa la poesía. Se detienen ante un verso, una estrofa, y perciben algo que les conmueve. Es bonito observarlos. Siempre he manifestado que la poesía es una forma de vida. Por eso me encanta leer las palabras de Antonio Colinas cuando dice que la poesía es una manera de ser y estar en el mundo. Pues claro. Sigamos escuchando el murmullo de los versos.
ANTONIO GARCÍA TEIJEIRO